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Poema Hipérbole A Los Pies De Su Dama; Que Este Poeta Debió De Nacer En Sábado de Lope De Vega



Juanilla, por tus pies andan perdidos
más poetas que bancos, aunque hay tantos,
que tus paños lavando entre unos cantos
oscureció su nieve a los tendidos.

Virgilio no los tiene tan medidos,
las musas hacen con la envidia espantos;
que no hay picos de rosca en Todos Sa[n]tos
como tus dedos blancos y bruñidos.

Andar en puntos nunca lo recelas,
que no llegan a cuatro tus pies bellos,
ni por calzar penado te desvelas.

Que es tanta la belleza que hay en ellos,
que pueden ser zarcillos tus chinelas
con higas de cristal pe[n]dientes dellos.



Poema Hermosas Alamedas de Lope De Vega



Hermosas alamedas
deste prado florido
por donde entrar el sol pretende en vano;
fuentes puras y ledas,
que con manso rüido
a las aves lleváis el canto llano;
monte de nieve cano,
a quien te mira plata,
hasta que el sol en agua te desata;

con diferentes ojos
os miran mis cuidados,
pareciéndome espejos diferentes,
pues veo los enojos
de los tiempos pasados,
para llorar que los perdí presentes;
montes, árboles, fuentes,
estadme un rato atentos;
veréis que he puesto en paz mis pensamientos.

En gran lugar se puso,
¡oh, santas soledades!,
quien goza el bien que vuestro campo encierra
y libre del confuso
rumor de las ciudades,
es dueño de sí mismo en poca tierra,
adonde ni la guerra
sus paces interrompe,
ni ajeno yugo su silencio rompe.

Ni por oficio grave
que el más indigno tenga,
la envidia o lisonja le lastima,
ni espera que la nave
del indio a España venga
preñada del metal que el mundo estima:
ya el duro mar la oprima,
o ya segura quede,
ni le puede quitar, ni darle puede.

Ni amor con blando sueño
de imaginar süave
al suyo dio solícitos desvelos,
ni adora tierno dueño,
ni se queja del grave,
ni sus méritos puso contra celos;
que si a los mismos cielos
no toca el señorío,
¿por qué ha de ser esclavo el albedrío?

Agradecida mira
la planta, que a su mano,
porque la puso, le rindió tributo;
y contento, se admira
de ver que el cortesano
de tantas esperanzas pierda el fruto;
que no hay rey absoluto
como el que por sus leyes
conoce desde lejos a los reyes.

Siempre el hombre discreto
donde el poder alcanza
el apariencia del vivir limita;
dichoso el que este efeto
ha dado a su esperanza,
y del caer las ocasiones quita;
si en la tierra que habita
los ojos pone atentos,
aun no pasa de allí los pensamientos.

Quien no sirve ni ama,
ni teme ni desea,
ni pide ni aconseja al poderoso,
y con honesta fama
en su aumento se emplea,
sólo puede llamarse venturoso.
¡Oh mil veces dichoso
quien no tiene enemigo
y todos le codician por amigo!



Poema Guzmán El Bravo de Lope De Vega



Vengada la hermosa Filis
de los agravios de Fabio
a verle viene al aldea
enfermo de desengaños.

A ruego de los pastores
baja de su monte al prado,
que como se ve querida
da a entender que la forzaron.

Eso mismo que desea,
quiere que la estén rogando,
que sube al gusto los precios
amor conforme a los años.

Huyóse Fabio celoso,
pensó Fabio hallar sagrado,
pero hay estados de amor
que está en el remedio el daño.

¡Desdichado del que llega
a tiempo tan desdichado
que le matan los remedios
con que muchos quedan sanos!

En fin, a Fabio rendido
viene a ver su dueño ingrato,
alegre porque es amor
en las venganzas villano.

No va sin galas a verle,
aunque pudiera escusarlo,
que la mayor hermosura
no deja en casa el cuidado.

Lleva de palmilla verde
saya y sayuelo bizarro,
con pasamanos de plata
si en ellos pone las manos.

No lleva cosa en el cuello
que Fabio le hubiese dado,
porque no entienda que viven
memorias de sus regalos.

Joyas lleva que él no ha visto,
no porque le ha hecho agravio,
mas porque sepan ausencias
que no está seguro el campo.

Con una cinta de cifras
lleva el cabello apretado,
que quien gusta de dar celos
se vale de mil engaños.

De rebociño le sirve
para mayor desenfado
el capote de los ojos
bordado de negros rayos.

En argentadas chinelas
listones lleva, admirados
de que quepan tantos bríos
en tan pequeños espacios.

Llegó Filis al aldea,
entró en su casa de Fabio,
los pastores la reciben
como al sol los montes altos.

Dando perlas con la risa
extiende a todos los brazos,
que gana mares de amor
y da perlas de barato.

Apenas Fabio la mira
cuando a un tiempo se bañaron
el alma en pura alegría,
los ojos en tierno llanto.

No hablaron los dos tan presto,
aunque los ojos hablaron,
Filis porque no quería,
Fabio porque quiere tanto.

Cuando en esta suspensión
los dos se encuentran mirando
a un tiempo bajan los ojos
como que envidian de falso.

Habló Filis y tuvieron
alma de coral sus labios,
que ver humilde al rendido
hace piadoso al vengado.

A Fabio culpa le pone
que es error hacer, amando,
con la lengua valentías,
si el alma no tiene manos.

Él responde y se disculpa,
que viendo cerca los brazos,
pide perdón ofendido
quien ama desengañado.



Poema Gallardo Pasea Zaide de Lope De Vega



Gallardo pasea Zaide
puerta y calle de su dama,
que desea en gran manera
ver su imagen y adorarla,

porque se vido sin ella
en una ausencia muy larga,
que desdichas le sacaron
desterrado de Granada,

no por muerte de hombre alguno
ni por traidor a su dama,
mas por dar gusto a enemigos,
si es que en el moro se hallan,

porque es hidalgo en sus cosas,
y tanto que al mundo espantan
sus larguezas, pues por ellas
el moro dejó su patria;

pero a Granada volvió
a pesar de ruin canalla,
porque siendo un moro noble
enemigos nunca faltan.

Alzó la cabeza y vido
a su Zaida a la ventana,
tan bizarra y tan hermosa
que al sol quita su luz clara.

Zaida se huelga de ver
a quien ha entregado el alma,
tan turbada, y tan alegre,
y cuanto alegre turbada,

porque su grande desdicha
le dio nombre de casada,
aunque no por eso piensa
olvidar a quien bien ama.

El moro se regocija,
y con dolor de su alma,
por no tener más lugar,
que el puesto no se le daba,

por ser el moro celoso
de quien es esposa Zaida,
y en gozo, contento y pena
le envió aquestas palabras:

«?¡Oh más hermosa y más bella
que la aurora aljofarada,
mora de los ojos míos,
que otra beldad no te iguala!

Dime, ¿fáltate salud
después que el verme te falta?
Mas según la muestra has dado
amor es el que te falta,

pues mira, diosa cruel
lo que me cuestas del alma,
y cuántas noches dormí
debajo de tus ventanas;

y mira que dos mil veces
recreándome en tus faldas,
decías: «?El firme amor
sólo entre los dos se halla»,

pues que por mí no ha quedado,
que cumplo por mi desgracia
lo que prometo una vez,
cúmplelo también, ingrata.

No pido más que te acuerdes,
mira mi humilde demanda,
pues en pensar sólo en ti
me ocupo tarde y mañana?».

Su prolijo razonar
creo el moro no acabara,
si no faltara la lengua
que estaba medio trabada.

La mora tiene la suya
de tal suerte, que no acaba
de acabar de abrir la gloria
al moro con la palabra,

vertiendo de entrambos ojos
perlas con que le aplacaba,
al moro sus quejas tristes
dijo la discreta Zaida:

«?Zaide mío, a Alá prometo
de cumplirte la palabra
que es jamás no te olvidar,
pues no olvida quien bien ama;

pero yo no me aseguro
ni estoy de mí confiada,
que suele a cuerpo presente
ser la vigilia doblada,

y más tú que lisonjeas,
que ya lo tienes por gala,
de ser como aquí lo has dicho,
no habiendo en mí bueno nada.

Sé muy bien lo que te debo
y plugiese a Alá quedara
hecho mi cuerpo pedazos
antes que yo me casara,

que no hay rato de contento
en mí, ni un punto se aparta
este mi moro enemigo
de mi lado y de mi cama,

y no me deja salir,
ni asomarme a la ventana,
ni hablar con mis amigas
ni hallarme en fiestas o zambras?».

No pudo escuchalla más
el moro, y así se aparta
hechos los ojos dos fuentes
de lágrimas que derrama.

Zaida, no menos que él,
se quita de la ventana,
y aunque apartaron los cuerpos
juntas quedaron las almas.



Poema Fuerza De Lágrimas de Lope De Vega



Con ánimo de hablarle en confianza
de su piedad entré en el templo un día,
donde Cristo en la cruz resplandecía
con el perdón de quien le mira alcanza.

Y aunque la fe, el amor y la esperanza
a la lengua pusieron osadía,
acordéme que fue por culpa mía
y quisiera de mí tomar venganza.

Ya me volvía sin decirle nada
y como vi la llaga del costado,
paróse el alma en lágrimas bañada.

Hablé, lloré y entré por aquel lado,
porque no tiene Dios puerta cerrada
al corazón contrito y humillado.



Poema Éstos Los Sauces Son de Lope De Vega



Éstos los sauces son y ésta la fuente,
los montes éstos, y ésta la ribera
donde vi de mi sol la vez primera
los bellos ojos, la serena frente.

Éste es el río humilde y la corriente,
y ésta la cuarta y verde primavera
que esmalta el campo alegre y reverbera
en el dorado Toro el sol ardiente.

Árboles, ya mudó su fe constante,
mas, ¡oh gran desvarío!, que este llano,
entonces monte, le dejé sin duda.

Luego no será justo que me espante,
que mude parecer el pecho humano,
pasando el tiempo que los montes muda.



Poema Esto De Imaginar de Lope De Vega



Esto de imaginar si está en su casa,
si salió, si la hablaron, si fue vista;
temer que se componga, adorne y vista,
andar siempre mirando lo que pasa;

temblar del otro que de amor se abrasa,
y con hacienda y alma la conquista;
querer que al oro y al amor resista,
morirme si se ausenta o si se casa;

celar todo galán rico y mancebo,
pensar que piensa en otro si en mí piensa
rondar la noche y contemplar el día,

obliga, Marcio, a enamorar de nuevo;
pero saber cómo pasó la ofensa,
no sólo desobliga, mas enfría.



Poema Esparcido El Cabello Por La Espalda de Lope De Vega



Esparcido el cabello por la espalda
que fue del sol desprecio y maravilla,
Silvia cogía por la verde orilla
del mar de Cádiz conchas en su falda.

El agua entre el hinojo de esmeralda,
para que entrase más, su curso humilla;
tejió de mimbre una alta canastilla,
y púsola en su frente por guirnalda.

Mas cuando ya desamparó la playa,
«Mal haya, dijo, el agua, que tan poca
con su sal me abrasó pies y vestidos».

Yo estaba cerca y respondí: «Mal haya
la sal que tiene tu graciosa boca,
que así tiene abrasados mis sentidos».



Poema Es La Mujer Del Hombre Lo Más Bueno de Lope De Vega



Es la mujer del hombre lo más bueno,
y locura decir que lo más malo,
su vida suele ser y su regalo,
su muerte suele ser y su veneno.

Cielo a los ojos, cándido y sereno,
que muchas veces al infierno igualo,
por raro al mundo su valor señalo,
por falso al hombre su rigor condeno.

Ella nos da su sangre, ella nos cría,
no ha hecho el cielo cosa más ingrata:
es un ángel, y a veces una arpía.

Quiere, aborrece, trata bien, maltrata,
y es la mujer al fin como sangría,
que a veces da salud, y a veces mata.



Poema Era La Alegre Víspera Del Día de Lope De Vega



Era la alegre víspera del día
que la que sin igual nació en la tierra,
de la cárcel mortal y humana guerra
para la patria celestial salía;

y era la edad en que más viva ardía
la nueva sangre que mi pecho encierra,
cuando el consejo y la razón destierra
la vanidad que el apetito guía,

cuando Amor me enseñó la vez primera
de Lucinda en su sol los ojos bellos,
y me abrasó como si rayo fuera.

Dulce prisión y dulce arder por ellos;
sin duda que su fuego fue mi esfera,
que con verme morir descanso en ellos.



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