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Poema El Que A Su Mujer Procura de Luis De Gongora



El que a su mujer procura
Dar remedio al mal de madre,
Y ve que no la comadre
Sino que el Cura la cura,
Si piensa que el Padre Cura
Trae la virtud en la estola,
Mamóla.

Soldado que de la armada
Partió a casarse doncel
Con la que lo es menos que él
(Aunque mucho más soldada),
Si la vitoria ganada
Atribuye a la pistola,
Mamóla.

La dama que llama el paje
Dejó en la cama a su esposo
Y le halló, de celoso,
Más helado que el potaje;
Si ella dijo era mensaje
De su madre, y él creyóla,
Mamóla.

Si abierta la puerta tiene
Todo el año la casada,
No es bien la halle cerrada
El marido cuando viene;
Y si en abrir se detiene
Y piensa que estaba sola,
Mamóla.

El padre que no replica
Viendo gastar a las hijas
Galas, copete y sortijas,
Desde la grande a la chica,
Si piensa no usan de pica
Cuando ya saben de gola,
Mamóla.

El que da mil alabanzas
A su mujer, porque sabe
Hacer con estremo grave
Mil diferencias de danzas,
Si el que pagó estas mudanzas
Piensa no hizo cabriola,
Mamóla.

Si piensa el que vio amarilla
A su dama de contino,
Cuando el rojo sobrevino
En una y otra mejilla,
Que no es ajena semilla
La que causa esta amapola,
Mamóla.

La dama que en su retrete
Sólo al tenderete juega,
Y para jugarlo alega
Ser la cama buen bufete,
Si piensa que el «tenderete»
No es juego de pirinola,
Mamóla.

Si piensa el que a doña Inés
En conversación la halló,
Donde sólo se trató
De la toma de Calés,
Que no fue sarao francés
Ni acabó en justa española,
Mamóla.

El que, por más que espolee,
No endereza el acicate
(Quizá porque mejor bate
Otro el vientre), si no cree
Que, porque no se mosquee,
Le han castigado la cola,
Mamóla.



Poema Duélete De Esa Puente, Manzanares de Luis De Gongora



Duélete de esa puente, Manzanares;
Mira que dice por ahí la gente
Que no eres río para media puente,
Y que ella es puente para muchos mares.

Hoy, arrogante, te ha brotado a pares
Húmedas crestas tu soberbia frente,
Y ayer me dijo humilde tu corriente
Que eran en marzo los caniculares.

Por el alma de aquel que ha pretendido
Con cuatro onzas de agua de chicoria
Purgar la villa y darte lo purgado,

Me dí ¿cómo has menguado y has crecido?
¿Cómo ayer te vi en pena, y hoy en gloria?
?Bebióme un asno ayer, y hoy me ha meado.



Poema Dineros Son Calidad de Luis De Gongora



Dineros son calidad
¡Verdad!
Más ama quien más suspira
¡Mentira!

Cruzados hacen cruzados,
Escudos pintan escudos,
Y tahúres muy desnudos
Con dados ganan condados;
Ducados dejan ducados,
Y coronas majestad,
¡Verdad!

Pensar que uno sólo es dueño
De puerta de muchas llaves,
Y afirmar que penas graves
Las paga un mirar risueño,
Y entender que no son sueño
Las promesas de Marfira,
¡Mentira!

Todo se vende este día,
Todo el dinero lo iguala;
La corte vende su gala,
La guerra su valentía;
Hasta la sabiduría
Vende la Universidad,
¡Verdad!

En Valencia muy preñada
Y muy doncella en Madrid,
Cebolla en Valladolid
Y en Toledo mermelada,
Puerta de Elvira en Granada
Y en Sevilla doña Elvira,
¡Mentira!

No hay persona que hablar deje
Al necesitado en plaza;
Todo el mundo le es mordaza,
Aunque él por señas se queje;
Que tiene cara de hereje
Y aun fe la necesidad,
¡Verdad!

Siendo como un algodón,
Nos jura que es como un hueso,
Y quiere probarnos eso
Con que es su cuello almidón,
Goma su copete, y son
Sus bigotes alquitira
¡Mentira!

Cualquiera que pleitos trata,
Aunque sean sin razón,
Deje el río Marañón,
Y entre el río de la Plata;
Que hallará corriente grata
Y puerto de claridad
¡Verdad!

Siembra en una artesa berros
La madre, y sus hijas todas
Son perras de muchas bodas
Y bodas de muchos perros;
Y sus yernos rompen hierros
En la toma de Algecira,
¡Mentira!



Poema Dilatándose Una Pensión Que Pretendía de Luis De Gongora



Camina mi pensión con pies de plomo,
El mío, como dicen, en la huesa;
A ojos yo cerrados, tenue o gruesa,
Por dar más luz al mediodía la tomo.

Merced de la tijera a punta o lomo
Nos conhorta aun de murtas una mesa;
Ollai la mejor voz es portuguesa,
Y la mejor ciudad de Francia, Como.

No más, no, borceguí; mi chimenea,
Basten los años que ni aun breve raja
De encina la perfuma o de aceituno.

¡Oh cuánto tarda lo que se desea!
Llegue; que no es pequeña la ventaja
Del comer tarde al acostarse ayuno.



Poema Diez Años Vivió Belerma de Luis De Gongora



Diez años vivió Belerma
Con el corazón difunto
Que le dejó en testamento
Aquel francés boquirrubio.

Contenta vivió con él,
Aunque a mí me dijo alguno
Que viviera más contenta
Con trescientas mil de juro.

A verla vino doña Alda,
Viuda del conde Rodulfo,
Conde que fue en Normandía
Lo que a Jesu Cristo plugo;

Y hallándola muy triste
Sobre un estrado de luto,
Con los ojos que ya eran
Orinales de Neptuno,

Riéndose muy despacio
De su llorar importuno,
Sobre el muerto corazón
Envuelto en un paño sucio,

Le dice: «Amiga Belerma,
Cese tan necio diluvio,
Que anegará vuestros años
Y ahogará vuestros gustos.

Estése allá Durandarte
Donde la suerte le cupo;
Buen pozo haya su alma,
Y pozo que esté sin cubo.

Si él os quiso mucho en vida,
También le quisistes mucho,
Y si tiene abierto el. pecho,
Queréllese de su escudo.

¿Qué culpa tuviste vos
De su entierro, siendo justo
Que el que como bruto muere,
Que le entierren como a bruto?

Muriera él acá en París
A do tiene su sepulcro,
Que allí le hicieran lugar
Los antepasados suyos.

Volved luego a Montesinos
Ese corazón que os trujo,
Y enviadle a preguntar
Si por gavilán os tuvo.

Descosed y desnudad
Las tocas de lienzo crudo,
El mongilón de bayeta
Y el manto basto peludo;

Que aun en las viudas más viejas,
Y de años más caducos
Las tocas cubren a enero
Y los monjiles a julio;

Cuánto más a una muchacha
Que le faltan días algunos
Para cumplir los treinta años,
Que yo desdichada cumplo.

Seis hace, si bien me acuerdo,
El día de Santiñuflo,
Que perdí aquel mal logrado
Que hoy entre los vivos busco.

Holguéme de cuatro y ocho
Haciéndoles dos mil hurtos,
A las palomas de besos
Y a las tórtolas de arrullos.

Sentí su fin, pero más
Que muriese sin ver fruto,
Sin ver flujo de mi vientre,
Porque siempre tuve pujo;

Mas no por eso ultrajé
Mi buena tez con rasguños,
Cabal me quedó el cabello,
Y los ojos casi enjutos.

Aprended de mí, Belerma,
Holguémonos de consuno,
Llévese el mar lo llorado,
Y lo suspirado el humo.

No hiléis memorias tristes
En este aposento oscuro,
Que cual gusano de seda
Moriréis en el capullo.

Haced lo que en su fin hace
El pájaro sin segundo,
Que nos habla en sus cenizas
De pretérito y futuro.

Llorad su muerte, mas sea
Con lagrimillas al uso;
De lo mal pasado nazca
Lo por venir más seguro.

Pongámonos a la par
Dos toquitas de repulgo,
Ceja en arco, y manos blancas,
Y dos perritos lanudos.

Yedras verdes somos ambas,
A quien dejaron sin muros
De la Muerte y del Amor
Baterías e infortunios.

Busquemos por do trepar,
Que a lo que de ambas presumo
No nos faltarán en Francia
Pared gruesa, tronco duro.

La iglesia de San Dionís
Canónigos tiene muchos,
Delgados, cariaguileños,
Carihartos y espaldudos.

Escojamos como peras
Dos déligos capotuncios,
De aquestos que andan en mulas,
Y tienen algo de mulos;

Destos Alejandros Magnos,
Que no tienen por disgusto
Por dar en nuestros broqueles,
Que demos en sus escudos.

De todos los Doce Pares
Y sus nones abrenuncio,
Que calzan bragas de malla,
Y de acero los pantuflos.

¿De qué nos sirven, amiga,
Petos fuertes, yelmos lucios?
Armados hombres queremos,
Armados, pero desnudos.

De vuestra Mesa Redonda
Francos paladines huyo,
Donde ayunos os sentáis
Y os levantáis más ayunos.

La de cuatro esquinas quiero,
Que la ventura me puso
En casa de un cuatro picos,
De todos cuatro picudo;

Donde sirven la Cuaresma
Sabrosísimos besugos,
Y turmas en el Carnal,
Con su caldillo y su zumo».

Más iba a decir doña Alda,
Pero a lo demás dio un nudo,
Porque de don Montesinos
Entró un pajecillo zurdo.



Poema Del Túmulo Que Hizo Córdoba En Las Honras De La Señora Reina Doña Margarita de Luis De Gongora



Máquina funeral, que desta vida
Nos decís la mudanza, estando queda;
Pira, no de aromática arboleda,
Si a más gloriosa Fénix construida;

Bajel en cuya gabia esclarecida
Estrellas, hijas de otra mejor Leda,
Serenan la Fortuna, de su rueda
La volubilidad reconocida,

Farol luciente sois, que solicita
La razón, entre escollos naufragante,
Al puerto; y a pesar de lo luciente,

Obscura concha de una Margarita
Que, rubí en caridad, en fe diamante,
Renace a nuevo Sol en nuevo Oriente.



Poema Del Rey Y Reina Nuestros Señores En El Pardo, Antes De Reinar de Luis De Gongora



Dulce arroyuelo de la nieve fría
Bajaba mudamente desatado,
Y del silencio que guardaba helado
En labios de claveles se reía.

Con sus floridos márgenes partía
Si no su amor Fileno, su cuidado;
No ha visto a su Belisa, y ha dorado
El sol casi los términos del día.

Con lágrimas turbando la corriente,
El llanto en perlas coronó las flores,
Que ya bebieron en cristal la risa.

Llegó en esto Belisa,
La alba en los blancos lirios de su frente,
Y en sus divinos ojos los amores,

Que de un casto veneno
La esperanza alimentan de Fileno.



Poema Del Marqués De Santa Cruz de Luis De Gongora



No en bronces, que caducan, mortal mano,
Oh católico Sol de los Bazanes
(Que ya entre gloriosos capitanes
Eres deidad armada, Marte humano),

Esculpirá tus hechos, sino en vano,
Cuando descubrir quiera tus afanes
Y los bien reportados tafetanes
Del turco, del inglés, del lusitano.

El un mar de tus velas coronado,
De tus remos el otro encanecido,
Tablas serán de cosas tan extrañas.

De la inmortalidad el no cansado
Pincel las logre, y sean tus hazañas
Alma del tiempo, espada del olvido.



Poema Del Conde De Villamediana, Prevenido Para Ir A Nápoles Con El Duque De Alba de Luis De Gongora



El Conde mi señor se va a Napoles;
Con el gran Duque. Príncipes, a Dío;
De acémilas de haya no me fío,
Fanales sean sus ojos o faroles.

Los más carirredondos girasoles
Imitará siguiéndoos mi albedrío,
Y en vuestra ausencia, en el puchero mío
Será un torrezno la Alba entre las coles.

En sus brazos Parténope festiva,
De aplausos coronado Castilnovo,
En clarines de pólvora os reciba;

De las orejas yo teniendo al lobo,
Incluso esperaré en cualque misiva
Beneficio tan simple, que sea bobo.



Poema Del Casamiento Que Pretendió El Príncipe De Gales Con La Serenísima Infanta María, Y De Su Venida de Luis De Gongora



Undosa tumba da al farol del día
Quien ya cuna le dio a la hermosura,
Al Sol que admirará la edad futura,
Al esplendor augusto de María.

Real, pues, ave, que la región fría
De Arcturo corona, esta luz pura
Solicita no sólo, más segura
A tanta lumbre vista y pluma fía.

Bebiendo rayos en tan dulce esfera,
Querrá el Amor, querrá el cielo, que cuando
El luminoso objeto sea consorte,

Entre castos afectos verdadera
Divina luz su ánimo inflamado,
Fénix renazca a Dios, si águila al Norte.



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