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Poema Dejadme Llorar de Luis De Gongora



La más bella niña
De nuestro lugar,
Hoy viuda y sola
Y ayer por casar,
Viendo que sus ojos
A la guerra van,
A su madre dice,
Que escucha su mal:

Dejadme llorar
Orillas del mar.

Pues me distes, madre,
En tan tierna edad
Tan corto el placer,
Tan largo el pesar,
Y me cautivastes
De quien hoy se va
Y lleva las llaves
De mi libertad,

Dejadme llorar
Orillas del mar.

En llorar conviertan
Mis ojos, de hoy más,
El sabroso oficio
Del dulce mirar,
Pues que no se pueden
Mejor ocupar,
Yéndose a la guerra
Quien era mi paz,

Dejadme llorar
Orillas del mar.

No me pongáis freno
Ni queráis culpar,
Que lo uno es justo,
Lo otro por demás.
Si me queréis bien,
No me hagáis mal;
Harto peor fuera
Morir y callar,

Dejadme llorar
Orillas del mar.

Dulce madre mía,
¿Quién no llorará,
Aunque tenga el pecho
Como un pedernal,
Y no dará voces
Viendo marchitar
Los más verdes años
De mi mocedad?

Dejadme llorar
Orillas del mar.

Váyanse las noches,
Pues ido se han
Los ojos que hacían
Los míos velar;
Váyanse, y no vean
Tanta soledad,
Después que en mi lecho
Sobra la mitad.

Dejadme llorar
Orillas del mar.



Poema De Unos Papeles Que Una Dama Le Había Escrito, Restituyéndoselos de Luis De Gongora



Yacen aquí los huesos sepultados
De una amistad que al mundo será una,
O ya para experiencia de fortuna
O ya para escarmiento de cuidados.

Nació entre pensamientos, aunque honrados,
Grave al amor, a muchos importuna;
Tanto que la mataron en la cuna
Ojos de invidia y de ponzoña armados.

Breve urna los sella como huesos,
Al fin, de malograda criatura,
Pero versos los honran inmortales,

Que vivirán en el sepulcro impresos,
Siendo la piedra Felixmena dura,
Daliso el escultor, cincel sus males.



Poema De Unas Fiestas En Valladolid de Luis De Gongora



La plaza, un jardín fresco; los tablados,
Un encañado de diversas flores;
Los toros, doce tigres matadores,
A lanza y a rejón despedazados;

La jineta, dos puestos coronados
De príncipes, de grandes, de señores;
Las libreas, bellísimos colores,
Arcos del cielo, o proprios o imitados;

Los caballos, favonios andaluces,
Gastándole al Perú oro en los frenos,
Y los rayos al sol en los jaeces,

Al trasponer de Febo ya las luces
En mejores adargas, aunque menos,
Pisuerga vio lo que Genil mil veces.



Poema De Una Quinta Que Hizo El Obispo Don Antonio Venegas En Burlada, Lugar De Su Dignidad de Luis De Gongora



Este a Pomona, cuando ya no sea
Edificio al silencio dedicado,
Que si el cristal le rompe desatado,
Suave el ruiseñor le lisonjea,

Dulce es refugio, donde se pasea
La quïetud, y donde otro cuidado
Despedido, si no digo burlado,
De los términos huye desta aldea.

Aquí la Primavera ofrece flores
Al gran pastor de pueblos, que enriquece
De luz a España y gloria a los Venegas.

¡Oh peregrino, tú, cualquier que llegas,
Paga en admiración las que te ofrece
El huerto frutas y el jardín olores!



Poema De Una Quinta Del Conde De Salinas, Ribera De Duero de Luis De Gongora



De ríos soy el Duero acompañado
Entre estas apacibles soledades,
Que despreciando muros de ciudades,
De álamos camino coronado.

Este, que siempre veis alegre, prado
Teatro fue de rústicas deidades,
Plaza ahora, a pesar de las edades,
Deste edificio, a Flora dedicado.

Aquí se hurta al popular rüido
El Sarmiento real, y sus cuidados
Parte aquí con la verde Primavera.

El yugo desta puente he sacudido
Por hurtarle a su ocio mi ribera.
Perdonad, caminantes fatigados.



Poema De Una Dama Que, Quitándose Una Sortija, Se Picó Con Un Alfiler de Luis De Gongora



Prisión del nácar era articulado
De mi firmeza un émulo luciente,
Un dïamante, ingenïosamente
En oro también él aprisionado.

Clori, pues, que a su dedo apremïado
De metal aun precioso no consiente,
Gallarda un día, sobre impacïente,
Lo redimió del vínculo dorado.

Mas ay, que insidïoso latón breve
En los cristales de su bella mano
Sacrílego divina sangre bebe:

Púrpura ilustró menos indïano
Marfil; invidïosa sobre nieve,
Claveles deshojó la Aurora en vano.



Poema De Un Jabalí Que Mató En El Pardo El Rey Nuestro Señor de Luis De Gongora



Teatro espacïoso su ribera
El Manzanares hizo, verde muro
Su corvo margen, y su cristal puro
Undosa puente a Calidonia fiera.

En un hijo del Céfiro la espera
Garzón real, vibrando un fresno duro,
De quien aun no estará Marte seguro,
Mintiendo cerdas en su quinta esfera.

Ambiciosa la fiera colmilluda,
Admitió la asta, y su más alta gloria
en la deidad solicitó de España.

Muera feliz mil veces, que sin duda
Siglos ha de lograr más su memoria
Que frutos ha heredado la montaña.



Poema De Un Caballero Que Llamó Soneto A Un Romance de Luis De Gongora



Música le pidió ayer su albedrío
A un descendiente de don Peranzules;
Templáronle al momento dos baúles
Con más cuerdas que jarcias un navío.

Cantáronle de cierto amigo mío
Un desafío campal de dos Gazules,
Que en ser por unos ojos entreazules
Fue peor que gatesco el desafío.

Romance fue el cantado, y que no pudo
Dejarle de entender, si el muy discreto
No era sordo, o el músico era mudo.

Y de que le entendió yo os lo prometo,
Pues envió a decir con don Bermudo:
«Que vuelvan a cantar aquel soneto».



Poema De San Lorenzo El Real Del Escorial de Luis De Gongora



Sacros, altos, dorados capiteles,
Que a las nubes borráis sus arreboles,
Febo os teme por más lucientes soles
Y el cielo por gigantes más crueles.

Depón tus rayos, Júpiter; no celes
Los tuyos, Sol; de un templo son faroles
Que al mayor mártir de los españoles
Erigió el mayor rey de los fieles.

Religiosa grandeza del Monarca
Cuya diestra real al Nuevo Mundo
Abrevia, y el Oriente se le humilla.

Perdone el tiempo, lisonjee la Parca
La beldad desta Octava Maravilla,
Los años deste Salomón Segundo.



Poema De Pura Honestidad Templo Sagrado de Luis De Gongora



De pura honestidad templo sagrado,
Cuyo bello cimiento y gentil muro
De blanco nácar y alabastro duro
Fue por divina mano fabricado;

Pequeña puerta de coral preciado,
Claras lumbreras de mirar seguro,
Que a la esmeralda fina el verde puro
Habéis para viriles usurpado;

Soberbio techo, cuyas cimbrias de oro
Al claro sol, en cuanto en torno gira,
Ornan de luz, coronan de belleza;

Ídolo bello, a quien humilde adoro,
Oye piadoso al que por ti suspira,
Tus himnos canta, y tus virtudes reza.



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