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Poema Cosas, Celalba Mía, He Visto Extrañas de Luis De Gongora



Cosas, Celalba mía, he visto extrañas:
Cascarse nubes, desbocarse vientos,
Altas torres besar sus fundamentos,
Y vomitar la tierra sus entrañas;

Duras puentes romper, cual tiernas cañas;
Arroyos prodigiosos, ríos violentos,
Mal vadeados de los pensamientos,
Y enfrenados peor de las montañas;

Los días de Noé, gentes subidas
En los más altos pinos levantados,
En las robustas hayas más crecidas.

Pastores, perros, chozas y ganados
Sobre las aguas vi, sin forma y vidas,
Y nada temí más que mis cuidados.



Poema Convoca Los Poetas De Andalucía A Que Celebren Al Marqués De Ayamonte de Luis De Gongora



Cisnes de Guadiana, a sus riberas
Llegué, y a vuestra dulce compañía,
Cuya suave métrica armonía
Desata montes y reduce fieras;

No a escuchar vuestras voces lisonjeras,
Sino al segundo ilustrador del día
Consagralle la humilde Musa mía,
Que cantó burlas y eterniza veras,

Al Apolo de España, al de Ayamonte
Culto honor. Si labraren vuestras plumas
Digna corona a su gloriosa frente,

Flores a vuestro estilo dará el monte,
Candor a vuestros versos las espumas
De Helicona darán y de su frente.



Poema Con Diferencia Tal, Con Gracia Tanta de Luis De Gongora



Con diferencia tal, con gracia tanta
Aquel ruiseñor llora, que sospecho
Que tiene otros cien mil dentro del pecho
Que alternan su dolor por su garganta;

Y aun creo que el espíritu levanta
?Como en información de su derecho?
A escribir del cuñado el atroz hecho
En las hojas de aquella verde planta.

Ponga, pues, fin a las querellas que usa
Pues ni quejarse ni mudar estanza
Por pico ni por pluma se le veda,

Y llore sólo aquel que su Medusa
En piedra convirtió, por que no pueda
Ni publicar su mal ni hacer mudanza.



Poema Ciego Que Apuntas Y Atinas de Luis De Gongora



Ciego que apuntas y atinas,
Caduco dios, y rapaz,
Vendado que me has vendido,
Y niño mayor de edad,
Por el alma de tu madre
?Que murió, siendo inmortal,
De envidia de mi señora?,
Que no me persigas más.
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.

Baste el tiempo mal gastado
Que he seguido a mi pesar
Tus inquïetas banderas,
Forajido capitán.
Perdóname, Amor, aquí,
Pues yo te perdono allá
Cuatro escudos de paciencia,
Diez de ventaja en amar.
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.

Amadores desdichados,
Que seguís milicia tal,
Decidme, ¿qué buena guía
Podéis de un ciego sacar?
De un pájaro ¿qué firmeza?
¿Qué esperanza de un rapaz?
¿Qué galardón de un desnudo?
De un tirano, ¿qué piedad?
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.

Diez años desperdicié,
Los mejores de mi edad,
En ser labrador de Amor
A costa de mi caudal.
Como aré y sembré, cogí;
Aré un alterado mar,
Sembré una estéril arena,
Cogí vergüenza y afán.
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.

Una torre fabriqué
Del viento en la raridad,
Mayor que la de Nembrot,
Y de confusión igual.
Gloria llamaba a la pena,
A la cárcel libertad,
Miel dulce al amargo acíbar,
Principio al fin, bien al mal.
Déjame en paz, Amor tirano,
Déjame en paz.



Poema Burlándose De Un Caballero Prevenido Para Unas Fiestas de Luis De Gongora



Sea bien matizada la librea,
Las plumas de un color, negro el bonete,
La manga blanca, no muy de roquete,
Y atada al brazo prenda de Niquea;

Cifra que hable, mote que se lea,
Bien guarnecida espada de jinete,
Borceguí nuevo, plata y tafilete,
Jaez propio, bozal no de Guinea;

Caballo valenzuela bien tratado,
Lanza que junte el cuento con el hierro,
Y sin veleta al Amadís, que espera

Entrar cuidosamente descuidado,
Firme en la silla, atento en la carrera…
Y quiera Dios que se atraviese un perro.



Poema Aquí Entre La Verde Juncia de Luis De Gongora



Aquí entre la verde juncia
Quiero (como el blanco cisne
Que envuelto en dulce armonía,
La dulce vida despide)

Despedir mi vida amarga
Envuelta en endechas tristes,
Y querellarme de aquélla
Tan hermosa como libre.

Descanse entre tanto el arco
De la cuerda que le aflige,
Y pendiente de sus ramos
Orne esta planta de Alcides,

Mientras yo a la tortolilla
Que sobre aquel olmo gime,
Le hurto todo el silencio
Que para sus quejas pide.

Bellísima cazadora,
Más fiera que las que sigues
Por los bosques cruel verdugo
De mis años infelices:

Tan grandes son tus extremos
De hermosa y de terrible,
Que están los montes en duda
Si eres diosa o si eres tigre.

Préciaste de tan soberbia
Contra quien es tan humilde
Que, considerados bien,
Todos los monteros dicen

Que los dos nos parecemos
Al roble que más resiste
Los soplos del viento airado:
Tú en ser dura, yo en ser firme.

En esto sólo eres roble,
Y en lo demás flaca mimbre,
No sólo a los recios vientos,
Mas a los aires sutiles.

Ya no persigues, cruel,
Después que a mí me persigues,
A los ciervos voladores
Ni a los fieros jabalíes.

Ni de tu dichoso albergue
Las nobles paredes visten
Los despojos de las fieras
Que, como a mí, muerte diste.

No porque no gustes de ello,
Sino porque no te obligue
El encontrarme en la caza
A que siquiera me mires.

Los monteros te suspiran
Por todos estos confines,
Y el mismo monte se agravia
De que tus pies no le pisen,

Por el rastro que dejaban
De rosas y de jazmines,
Tanto que eran a sus campos
Tus dos plantas dos abriles.

Haz tu gusto, que yo quiero
Dejar (pues de ello te sirves)
El espíritu cansado
Que mis flacos miembros rige.

Conseguiremos en esto
Ambos a dos nuestros fines:
Tú el de cruel en dejarme,
Yo el de leal en morirme.

Tú, rey de los otros ríos,
Que de las sierras sublimes
De Segura al Oceano
El fértil terreno mides,

Pues en tu dichoso seno
Tantas lágrimas recibes
De mis ojos, que en el mar
Entran dos Guadalquivires,

Ruégote que su crueldad
Y mi firmeza publiques
Por todo el húmedo reino
De la gran madre de Aquiles,

Porque no sólo en las selvas,
Mas los que en las aguas viven
Conozcan quién es Daliso
Y quién es la ingrata Nise.



Poema Ánsares De Menga de Luis De Gongora



Ánsares de Menga
Al arroyo van:
Ellos visten nieve,
Él corre cristal.

El arroyo espera
Las hermosas aves,
Que cisnes suaves
Son de su ribera;
Cuya Venus era
Hija de Pascual.
Ellos visten nieve,
Él corre cristal.

Pudiera la pluma
Del menos bizarro
Conducir el carro
De la que fue espuma.
En beldad, no en suma,
Lucido caudal,
Ellos visten nieve,
Él corre cristal.

Trenzado el cabello
Los sigue Minguilla,
Y en la verde orilla
Desnuda el pie bello,
Granjeando en ello
Marfil oriental
Ellos -(los que)- visten nieve,
Él corre cristal.

La agua apenas trata
Cuando dirás que
Se desata el pie,
Y no se desata,
Plata dando a plata
Con que, liberal,
Los viste de nieve,
Le presta cristal



Poema Ándeme Yo Caliente de Luis De Gongora



Ándeme yo caliente
Y ríase la gente.
Traten otros del gobierno
Del mundo y sus monarquías,
Mientras gobiernan mis días
Mantequillas y pan tierno,
Y las mañanas de invierno
Naranjada y aguardiente,
Y ríase la gente.

Coma en dorada vajilla
El príncipe mil cuidados,
Cómo píldoras dorados;
Que yo en mi pobre mesilla
Quiero más una morcilla
Que en el asador reviente,
Y ríase la gente.

Cuando cubra las montañas
De blanca nieve el enero,
Tenga yo lleno el brasero
De bellotas y castañas,
Y quien las dulces patrañas
Del Rey que rabió me cuente,
Y ríase la gente.

Busque muy en hora buena
El mercader nuevos soles;
Yo conchas y caracoles
Entre la menuda arena,
Escuchando a Filomena
Sobre el chopo de la fuente,
Y ríase la gente.

Pase a media noche el mar,
Y arda en amorosa llama
Leandro por ver a su Dama;
Que yo más quiero pasar
Del golfo de mi lagar
La blanca o roja corriente,
Y ríase la gente.

Pues Amor es tan cruel,
Que de Píramo y su amada
Hace tálamo una espada,
Do se junten ella y él,
Sea mi Tisbe un pastel,
Y la espada sea mi diente,
Y ríase la gente



Poema Allá Darás, Rayo de Luis De Gongora



Allá darás, rayo,
En cas de Tamayo.

De hospedar a gente extraña,
O Flamenca o Ginovés,
Si el huésped overo es
Y la huéspeda castaña,
Según la raza de España,
Sale luego el potro bayo.

Allá darás, rayo,
En cas de Tamayo.

De muy grave la viudita
Llama padre al Capellán
Con quien sus hijos están,
Y Amor que la solicita
Hace que por padre admita
Al que recibió por ayo.

Allá darás, rayo,
En cas de Tamayo.

Alguno hay en esta vida,
Que sé yo que es menester
Que a su querida mujer
(¡Nunca fuera tan querida!)
Tomen antes la medida
Que a él le corten el sayo.

Allá darás, rayo,
En cas de Tamayo.

Con su lacayo en Castilla
Se acomodó una casada;
No se le dio al señor nada,
Porque no es gran maravilla
Que el amo deje la silla,
Y que la ocupe el lacayo.

Allá darás, rayo,
En cas de Tamayo.

Opilóse vuestra hermana
Y diola el Doctor su acero;
Tráela de otero en otero
Menos honesta y más sana;
Diola por septiembre el mana,
Y vino a purgar por mayo.

Allá darás, rayo,
En cas de Tamayo.



Poema Alegoría De La Primera De Sus Soledades de Luis De Gongora



Restituye a tu mundo horror divino,
Amiga Soledad, el pie sagrado,
Que captiva lisonja es del poblado
En hierros breves pájaro ladino.

Prudente cónsul, de las selvas dino,
De impedimentos busca desatado
Tu Claustro verde, en valle profanado
De fiera menos que de peregrino.

¡Cuán dulcemente de la encina vieja
Tórtola viuda al mismo bosque incierto
Apacibles desvíos aconseja!

Endeche el siempre amado esposo muerto
Con voz doliente, que tan sorda oreja
Tiene la soledad como el desierto.



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