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Poema Al Nacimiento De Cristo Nuestro Señor de Luis De Gongora



Caído se le ha un Clavel
Hoy a la Aurora del seno:
¡Qué glorioso que está el heno,
Porque ha caído sobre él!

Cuando el silencio tenía
Todas las cosas del suelo,
Y, coronada del yelo,
Reinaba la noche fría,
En medio la monarquía
De tiniebla tan cruel,

Caído se le ha un Clavel
Hoy a la Aurora del seno:
¡Qué glorioso que está el heno,
Porque ha caído sobre él!

De un solo Clavel ceñida,
La Virgen, Aurora bella,
Al mundo se lo dio, y ella
Quedó cual antes florida;
A la púrpura caída
Solo fue el heno fïel.

Caído se le ha un Clavel
Hoy a la Aurora del seno:
¡Qué glorioso que está el heno,
Porque ha caído sobre él!

El heno, pues, que fue dino,
A pesar de tantas nieves,
De ver en sus brazos leves
Este rosicler divino
Para su lecho fue lino,
Oro para su dosel.

Caído se le ha un Clavel
Hoy a la Aurora del seno:
¡Qué glorioso que está el heno,
Porque ha caído sobre él!



Poema Al Monte Santo De Granada de Luis De Gongora



Este monte de cruces coronado,
Cuya siempre dichosa excelsa cumbre
Espira luz y no vomita lumbre,
Etna glorioso, Mongibel sagrado,

Trofeo es dulcemente levantado,
No ponderosa grave pesadumbre,
Para oprimir sacrílega costumbre
De bando contra el cielo conjurado.

Gigantes miden sus ocultas faldas,
Que a los cielos hicieron fuerza, aquella
Que los cielos padecen fuerza santa.

Sus miembros cubre y sus reliquias sella
La bien pasada tierra. Veneradlas
Con tiernos ojos, con devota planta.



Poema Al Mismo de Luis De Gongora



Ser pudiera tu pira levantada,
De aromátcos leños construida,
Oh Fénix en la muerte, si en la vida
Ave, aun no de sus pies desengañada.

Muere en quietud dichosa y consolada
A la región asciende esclarecida,
Pues de más ojos que desvanecida
Tu pluma fue, tu muerte es hoy llorada.

Purificó el cuchillo, en vez de llama,
Tu ser primero, y glorïosamente
De su vertida sangre renacido,

Alas vistiendo, no de vulgar fama,
De cristiano valor sí, de fe ardiente,
Más deberá a su tumba que a su nido.



Poema Al Marqués De Velada, Herido De Un Toro Que Mató Luego A Cuchilladas de Luis De Gongora



Con razón, gloria excelsa de Velada.
Te admira Europa, y tanto, que celoso
Su robardor mentido pisa el coso,
Piel este día, forma no alterada.

Buscó tu fresno, y extinguió tu espada
En su sangre su espíritu fogoso:
Si de tus venas ya lo generoso
Poca arena dejó calificada.

Lloró su muerte el Sol, y del segundo
Lunado signo su esplendor vistiendo,
A la satisfacción se disponía;

Cuando el monarca deste y de aquel mundo
Dejar te mandó el circo, previniendo
No acabes dos planetas en un día.



Poema Al Marqués De Ayamonte de Luis De Gongora



Alta esperanza, gloria del estado,
No sólo de Ayamonte mas de España,
Si quien me da su lira no me engaña,
A más os tiene el cielo destinado.

De vuestra Fama oirá el clarín dorado,
Émulo ya del Sol, cuanto el mar baña;
Que trompas hasta aquí han sido de caña
Las que memorias han solicitado.

Alma al tiempo dará, vida a la historia
Vuestro nombre inmortal ¡oh digno esposo
De beldad soberana y peregrina!

Corónense estos muros ya de gloria,
Que serán cuna y nido generoso
De sucesión real, si no divina.



Poema Al Marqués De Ayamonte Que, Pasando Por Córdoba, Le Mostró Un Retrato De La Marquesa de Luis De Gongora



Clarísimo Marqués, dos veces claro,
Por vuestra sangre y vuestro entendimiento,
Claro dos veces otras, y otras ciento
Por la luz, de que no me sois avaro,

De los dos soles que el pincel más raro
Dio de su luminoso firmamento
A vuestro seno ilustre (atrevimiento
Que aun en cenizas no saliera caro);

¿Qué águila, señor, dichosamente
La región penetró de su hermosura
Por copiaros los rayos de su frente?

Cebado vos los ojos de pintura,
En noche camináis, noche luciente,
Que mal será con dos soles obscura.



Poema Al Marqués De Ayamonte, Partiendo De Su Casa Para Madrid de Luis De Gongora



Vencidas de los Montes Marïanos
Las altas cumbres, con rigor armadas
De calvos riscos, de hayas levantadas,
Cunas inaccesibles de milanos,

Y el río que a piratas africanos
Espadañas opone en vez de espadas,
Testigos son las torres coronadas
De Lepe, cuando no lo sean los llanos.

Pisado el yugo al Tajo y sus espumas,
Que salpicando os dorarán la espuela,
El nido venerad humildemente

Del Fénix hoy que reinos son sus plumas.
¿Qué mucho si el Oriente es, cuando vuela,
Una ala suya, y otra el Occidente?



Poema Al Marqués De Ayamonte, Determinado A No Ir A México de Luis De Gongora



Volvió al mar Alción, volvió a las redes
De cáñamo, excusando las de hierro;
Con su barquilla redimió el destierro,
Que era desvío y parecía mercedes.

Redujo el pie engañado a las paredes
De su alquería, y al fragoso cerro
Que ya con el venablo y con el perro
Pisa Lesbín, segundo Gaminedes:

Gallardo hijo suyo, que los remos
Menospreciando con su bella hermana,
La montería siguen importuna,

Donde la Ninfa es Febo y es Diana,
Que en sus ojos del Sol los rayos vemos,
Y en su arco los cuernos de la Luna.



Poema Al Llanto Y Suspiros De Una Dama de Luis De Gongora



Cual parece al romper de la mañana
Aljófar blanco sobre frescas rosas,
O cual por manos hecha, artificiosas,
Bordadura de perlas sobre grana,

Tales de mi pastora soberana
Parecían las lágrimas hermosas
Sobre las dos mejillas milagrosas,
De quien mezcladas leche y sangre mana.

Lanzando a vueltas de su tierno llanto
Un ardiente suspiro de su pecho,
Tal que el más duro canto enterneciera,

Si enternecer bastara un duro canto,
Mirad qué habrá con un corazón hecho,
Que al llanto y al suspiro fue de cera.



Poema Al Excelentísimo Señor El Conde Duque de Luis De Gongora



En la capilla estoy, y condenado
A partir sin remedio desta vida;
Siento la causa aun más que la partida,
Por hambre expulso como sitïado.

Culpa sin duda es ser desdichado;
Mayor, de condición ser encogida.
De ellas me acuso en esta despedida,
Y partiré a lo menos confesado.

Examine mi suerte el hierro agudo,
Que a pesar de sus filos me prometo
Alta piedad de vuestra excelsa mano.

Ya que el encogimiento ha sido mudo,
Los números, Señor, deste soneto
Lenguas sean y lágrimas no en vano.



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