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Poema El Buen Olvido de Manuel Magallanes Moure



¡Hace ya tanto tiempo! Te creí tan distante,
tan perdida en el hondo sendero del olvido,
y ha bastado esta noche tranquila e inquietante,
y han bastado este aroma en el aire doemido,
y estas sombras profundas y este vago claror
de la luna en creciente, para que yo te tienda
mi alma a través de todo, como una buena senda
lunada de esperanza y olorosa de amor.

Porque olvidé tus besos, tengo sed de tu boca,
porque olvidé tu acento, tengo ansias de tu voz,
porque olvidé tu alma, mi alma ahora te evoca
al pie de la montaña, bajo el cielo de dios.

Amada, ¿ves la luna? Dame, dame tu mano.
Dame también tus labios. seremos como hermano
y hermana. Nos iremos por el vago sendero
que se interna en la noche. Nos seguirá un austero
silencio, y poco a poco será el buen recordar.

roces, palabras, besos. ¡Te creí tan distante!
Y en la pálida noche, el placer fulgurante
de sentirnos de nuevo, de volvernos a hallar.



Poema De Mis Días Tristes de Manuel Magallanes Moure



Quedo, muy quedo penetré a tu alcoba
y ahogando el rumor de mis pisadas.
avancé…
Ya la luz desfallecía.
El aposento sumergido estaba
en una claridad tenue y dudosa;
y era esa claridad así tan lánguida
como la suave luz de tus pupilas
cuando mi boca febriciente y ávida
muerde la dulce carne de tus labios…
Entonces languidecen tus miradas
con desfallecimientos de crepúsculo.

En el limpio cristal de la ventana
agonizan reflejos purpurinos
y las sombras germinan en la estancia.
como un florecimiento de tristezas
en los pliegues recónditos de un alma.

Flota un vago perfume… Así el perfume
de tu alma de mujer enamorada.
Así tan leve, así tan vago… Acaso
este perfume delicioso es tu alma!

Acaso este perfume es el espíritu
de aquellas pobres rosas deshojadas
que por buscar el sol del vaso huyeron
y sin sol se quedaron y sin agua…
Acaso este perfume delicioso
así tan leve, así tan vago, es tu alma!

Aquí la mesa pequeñita en donde
llorando escribes tus amantes cartas:
allí tu traje rosa, cuya seda
el tibio aroma de tu cuerpo guarda;
allá en el muro, hundida en la penumbra,
la silueta borrosa de una santa;
acá el vacío espejo de Venecia
como un pozo de sombra, y de la estancia
en un ángulo oscuro, el blanco lecho,
como un altar de albura inmaculada!

De rodillas caí junto a aquel lecho
y convulso de amor besé la almohada,
y el tibio aroma de tu carne virgen
busqué, besando las revueltas sábanas
que ajé ardorosamente en mi locura…

Y hallé las dulces huellas que buscaba
y el tibio aroma de tu cuerpo amado
llegó hasta el fondo mismo de mi alma.

Y lloré de placer y de amargura,
y amoroso besé, mordí con rabia
y fué un delirio enorme y angustioso…

Temblé.

Miré en redor y mi mirada
se hundió en la negra sombra de la noche.

Sentí fuego en los ojos… Eran lágrimas.
Tambaleando salí, como un demente,
y abierta y sola se quedó tu estancia…



Poema Aquella Tarde de Manuel Magallanes Moure



Aquella tarde única se ha quedado en mi alma.
Su luz flota en la sombra de mi noche interior.

Sólo una fugitiva vislumbre en la ventana,
sólo un azul reflejo, nada más que un vapor
de luz que se filtraba por las breves junturas,
sólo un vaho de cielo, no más que una ilusión
de claridad fluyendo por entre los postigos.
Nada más que el ensueño de aquel suave fulgor.

Sólo esa fugitiva vislumbre en la ventana.
No más. Y en la penumbra, libres al fin, tú y yo.
En silencio llegaba yo al fondo de la dicha;
con infantil dulzura, tú gemías de amor.

Sólo el azul reflejo de aquella tarde única…
¿No ves tú en la ventana? ¿No ves tú? Quizá no.
Acaso no lo viste, porque cuando yo inmóvil
me quedé contemplando aquel suave fulgor,
tú en aquellos momentos de lánguido reposo
dormías dulcemente sobre mi corazón.

Veo la fugitiva vislumbre en la ventana,
oigo el ritmo apacible de tu respiración.
Te siento. En la penumbra te siento. Eres tú misma
que te duermes, ya mía, sobre mi corazón.



Poema Apaisement de Manuel Magallanes Moure



Tus ojos y mis ojos se contemplan
en la quietud crepuscular.
Nos bebemos el alma lentamente
y se nos duerme el desear.

Como dos niños que jamás supieron
de los ardores del amor,
en la paz de la tarde nos miramos
con novedad de corazón.

Violeta era el color de la montaña.
Ahora azul, azul está.
Era una soledad el cielo. Ahora
por él la luna de oro va.

Me sabes tuyo, te recuerdo mía.
Somos el hombre y la mujer.
Conscientes de ser nuestros nos miramos
en el sereno atardecer.

Son del color del agua tus pupilas:
del color del agua del amar.
Desnuda, en ellas se sumerge mi alma,
con sed de amor y eternidad.



Poema Amor de Manuel Magallanes Moure



Amor que vida pones en mi muerte
como una milagrosa primavera:
ido ya te creí, porque en la espera,
amor, desesperaba de tenerte.

era el sueño tan largo y tan inerte,
que si con vigor tanto no sintiera
tu renacer, dudara, y te creyera,
amor, sólo un engaño de la suerte.

Mas te conozco bien, y tan sabido
mi corazón, te tiene, que, dolido,
sonríe y quiere huirte y no halla modo.

Amor que tornas, entra. Te aguardaba.
Temía tu regreso, y lo deseaba.
Toma, no pidas, porque tuyo es todo.



Poema Alma Mía de Manuel Magallanes Moure



Alma mía, pobre alma mía,
tan solitaria en tu dolor.
Enferma estás de poesía,
alma mía llena de amor.

Crees que la vida es un cuento,
crees que vivir es soñar…
Pobre alma sin entendimiento,
hora es esta de razonar.

Ve que la vida no es aquella
que te forjaste en tu candor:
la vida con amor es bella,
pero es más bella sin amor.

Ve, alma mía, pobre alma mía
ve y empéñate en comprender
que el amor es melancolía
y es amargura la mujer.

Sin amor y sin sentimiento
serás fuerte, podrás triunfar.
Alma, la vida no es un cuento;
alma, el vivir no es el soñar.

Que en ti el vivir no deje huella
ni de placer ni de dolor:
la vida con amor es bella,
pero es más bella sin amor.

Sé cauta, sé diestra, sé fría;
no te dejes enternecer
que es el amor a la mujer
por tu amor a la Poesía.

Coge, alma, la flor del momento
y no la quieras conservar.
Si se marchita, échala al viento,
que lo demás fuera soñar.

Esta mujer es como aquélla:
todas son fuente de dolor.
Alma mía, la vida es bella,
pero es más bella sin amor.

Y mi alma dijo: «En mi embeleso
oí tu voz como un cantar.
¿Sabes? Soñaba con un beso
robado a orillas de la mar.



Poema Adoración de Manuel Magallanes Moure



Tus manos presurosas se afanaron y luego,
como un montón de sombra, cayó el traje a tus pies,
y confiadamente, con divino sosiego,
surgió ante mí tu virgen y suave desnudez.

Tu cuerpo fino, elástico, su esbelta gracia erguía.
Eras en la penumbra como una claridad.
Era un cálido velo que toda te envolvía,
la inefable dulzura de tu serenidad.

Con el alma en los ojos te contemplé extasiado.
Fui a pronunciar tu nombre y me quedé sin voz….
Y por mi ser entero pasó un temblor sagrado,
como si en ti, desnuda, se me mostrara Dios.



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