Muero sin morir en ti
y de tanto morir
nunca llegar a la muerte en sí
Tener sed y no encontrar el agua que sacie la lengua
Sentir temblor y no palabra que apacigüe
Buscar sin entender que el cuerpo no se rompe
que la boca es insuficiente
para limitar manos y pies que no andan
aunque mucho polvo hacia el templo hayan dejado
Sopla el viento
primera pulsación de la presencia
aire que alienta las palabras de la garganta
y del pensamiento hasta los labios
Las palabras se pronuncian entrañando gesto
brazos que tocan a través de las manos
que expresan su conmoción para llegar
pero nada tocan sino el aire
y a veces otras manos
que no son abrazo
que no son sino sólo manos
y las tuyas van perdiendo su propio movimiento
bailan en la fluencia del tacto que nada dice
por qué si hay dentro
las manos
los dedos
las uñas
olvidan el soplo del viento.
Habitarse
dentro
para no habitarse
Despeñarse
caer más adentro
porque no se puede no caer
cuando no se puede no subir
porque llevo muchos días siguiendo tu sombra
entre las hojas de los árboles
escuchando el ruido de tu aliento
desbrozar agua en canastilla
y sigo tus huellas por ese polvo que pisas
y me basta para recordar tu mirada
canto de amor de otros tiempos?
Cómo me calaba el silencio
el frío de la montaña
el aire húmedo y espeso
cuánta agua anegándose
por no diluir las frases del rostro
Lee dentro de mí?
Tras tus huellas he dejado las mías
escarpadas
y riscos en hielo derritiéndose
cuerpo pequeño para contener el latido
¿quién perseguía a quién
quién dejaba a quién?
cómo olvidar ese día
estabas a unos pasos
y yo de frente
detrás el despeñadero
la lanza en la diestra
todo era silencio
un fragmento
la lanza rebotó contra las piedras
sabor a musgo en mi boca
la lanza
ninguno había matado
comencé a escuchar tu voz en mi descenso
Palabreo
Siento el peso de la redondez
cuando digo desesperación
y sé que no debí tirar la lanza
cuando deletreo d e s e s p e r a c i ó n
y sé que no debí dejar el rastro.