poemas vida obra o

Poema Orilla de María Victoria Atencia



Para Manuel Alvar

Los postigos abiertos, ni siquiera yo misma
tras el sueño baldío, desalentada aguardo
su cumplida palabra en el mar del encuentro.
Cuando luego me llegue hasta su abrazo húmedo
proseguiré mi sueño en su lecho insondable;
en su pasión cobalto, índigo azul, recíproca.



Poema Oda de María Rosa Gálvez



¡Portentosa natura! Yo en mi mente
Saludo tus augustas maravillas,
Obra de un Dios de eterna omnipotencia;
Permíteme que pueda reverente
Al tiempo que me humillas
Con tu magnificencia,
Del Teyde abrasador cantar la cumbre,
Su altura prodigiosa,
Su hondo abismo y su mole cavernosa.
El astro de la luz, padre del día
Del globo de la tierra
Sus rayos escondía
Cuando yo penetraba
De Laguna la selva deliciosa.
Si entre el horror sangriento de la guerra
Sublime Tasso en su cantar mudaba
La horrible trompa en cítara de amores
Que en la selva de Armida resonaba,
Del bosque de laguna Apolo en tanto
La imagen inspiró a su dulce canto.
Por él mil arroyuelos se deslizan
Que en tortuoso giro
Cortan del valle el plácido retiro.
Allí en largas praderas fertilizan
El plátano sabroso;
Aquí verdes colinas esquivando
Su falda van lamiendo
Y del tronco pomposo
Del drago la altivez desenvolviendo,
Que de su seno abriendo las vertientes,
De púrpura matiza las corrientes.
Las frutas y las flores
Lisonjean y halagan los sentidos
Con su sabor y olores;
Encantan los oídos
Las quejas de los dulces ruiseñores,
Y del canario y colorín hermosos
A par resuenan ecos armoniosos.
La bóveda perpetua de verdura
De esta selva sombría
Pasó entre sus antiguos moradores
Por el elíseo campo
Do en eterna ventura
Habitaban las sombra inmortales
De los varones y héroes virtuosos;
Al tiempo que en Teyde los malvados,
Testigos desgraciados
De su gloria, lloraban envidiosos
Y con hondos clamores
Del volcán agotaban los ardores.
Envuelta en estas lúgubres ideas
Mi mente se agitaba
Cuando veloz la noche desplegaba
Su manto por el mundo;
Las sombras por el viento descendían,
En los copador arboles caían,
Y el silencio profundo
De las aves mostraba al caminante
Del forzoso descanso el dulce instante.
La senda dejo y encontrar procuro
Un asilo propicio a mi reposo;
Busco y elijo como el más seguro
De una alta roca el hueco pavoroso,
Por donde entre el horror que le acompaña
Su cóncavo presenta la montaña.
Dejo el temor, y al resplandor sombrío
De las humosas teas
Me adelanto con planta vacilante;
Mis ojos vagan por el centro frío,
Y en el ¡Gran Dios! encuentro la morada
De la implacable muerte;
Ella su trono obstenta
De esta horrible mansión en el silencio…



Poema Octavas A La Memoria De Su Hermano Don Pedro De Helguero de María Nicolasa De Helguero Y A



Desgajado el ciprés, rota la lira,
Mal concertado el susto con el canto,
empiece el triste númen que me inspira
a dar tímida voz envuelta en llanto;
Que mal entre congojas se respira,
Que poco explica quien padece tanto;
Pero si he de cantar, sea el tormento
El que sirva esta vez por instrumento.
Amaba yo a Petronio gneroso
Ufana de que fuese hermano mío,
Miraba que a su genio belicoso
Las Gracias asistían sin desvío,
No desdeñando al joven animoso
Docta, canora, sonorosa Clío;
Gracias y Musas se unen a elevarle
Y las Furias y Parca a derribarle.
Heredó de Cantabria el ardimiento,
Imitó del Gran Noja las acciones,
Advertido ilustró su entendimiento
Tomando de Minerva las lecciones;
Supo dar a su empleo cumplimiento,
Supo también robar las aficiones
Cuando en el regio Nápoles florido
Brilló gallardo y se explicó entendido.
Del Betis caudaloso en la ribera
Festivo divirtió los cortos años
Logrando en la fortuna lisonjera
Los aplausos de propios y extraños;
Corrió veloz, y al fin de la carrera
Enseñó a los mortales desengaños,
Dejando entre cenizas sepultado
El valor adquirido y heredado.
Cuando el sabio Pastor americano
Sulcaba el golfo por gozar su esposa,
El furor atrevido de Vulcano
Arrojó al vaso llama pavorosa;
Diestro Petronio, con activa mano
Cortó el incendio y dio quietud dichosa
A los que ya entre sustos desmayaban
en vista de la muerte que esperaban.
No experimentó en Tolon el triste estrago
Cuando en nave fatal dio providencia
De un sitio a otro discurriendo vago,
Armado de valor y de prudencia.
El mismo fuego le sirvió de halago;
No naufragó, que la alta Providencia
A más glorioso fin le reservaba
En morir por la fe que profesaba.
Del mar funesto el agua procelosa
Anegaba sangrienta el roto pino,
Riesgos surca la gente lastimosa
Sin rumbo, sin aliento, sin destino;
Más avistando (bien que temerosa)
A la excelsa colonia de Barquino,
En su noble piedad hallaron puerto,
Petronio triste y Olivares muerto.
Cercábame el dolor un triste día
En que más su peligro imaginaba,
A su seguridad le persuadía
Mi voz, que en los afectos se animaba;
Desatendió la justa pena mía
Porque de los temores se burlaba,
Y en la causa infeliz de mis enojos
Líquido el corazon corrió a los ojos.
Volvió Petronio al mar y bramó el viento
Enmudecen tritones y sirenas
Ronco sonó el bélico instrumento,
Infausto anuncio de futuras penas;
Sólo Petronio, instado de su aliento
Pisó ardiente las húmedas arenas
Por acercarse al término preciso
De que el mismo nacer le dio el aviso.
¿Adónde vas, Petronio valeroso?
Huye del golfo, que Neptuno airado
Oculta en su domino proceloso
Agareno furor de fuego armado;
Pero en vano es el ruego cariñoso
Que el corazón te envidia lastimado;
Magnánimo, constante, fiel y fuerte,
mi voz no escuchas por buscar tu muerte.
Descúbrense las naves enemigas;
Da la española al viento la bandera,
Corta veloz las olas cristalinas,
Apresa a la otomana más velera;
Petronio, con azañas peregrinas
Mayor victoria conseguir espera;
A seguir a la que huye se previene,
Cuando su misma muerte le detiene.
Bárbara mano, ¿cómo así atrevida,
Con el fuego y el plomo has conspirado
contra el cántabro bello, cuya vida
En su perfecta edad has marchitado?
De su valor el Africa ofendida
Envidiosa, tirana se ha mostrado
Y el infiel Ismael el tiro ha hecho
En el rosado blanco de su pecho.
Admirable divina providencia
Independiente en tus operaciones,
¿Cómo al inmenso abismo de tu ciencia
Podrán sondear humanas conprehensiones?
Yo imagino, Señor, que fue clemencia
Al alma libertar de sus prisiones;
Tu juicio adoro, y víctima te ofrezco
Con el dolor intenso que padezco.
Murió Petronio, y el ingrato olvido
También cruel su nombre ha sepultado;
No hubo laurel, que desdeñoso ha huido
De un mérito, aunque heroico, desgraciado;
Sólo la bella tropa en quien ha sido
Por sus amable prendas estimado,
De su heroicidad imprime historia
En el terso papel de la memoria.



Poema Olvidado De Silencio Y Mancha de María Eugenia Caseiro



Los silencios deben parir por ende
silencios para permitirte sentado en el origen
nuevamente elegido tú mismo rey de tus melancolías
encontrarte.

Una oscuridad nace en tus alas
te amordaza los pulmones novios
bajo el humo en la basura trazada
con el pelaje disperso de las fieras
peleándose un pedazo de luz?
sombra raída abismo recorrido
maletines con secas melodías
por donde la voz ya no asoma.

Y dejas de creer en el mendigo
que va cubierto con tus ojos hasta el atardecer
engullido en la rambla sobre el puente seco por el sol.
Sin saberlo tú mismo caes de la cruz de tregua y evasiva
en una mancha de tu abrigo muerto
arrugándose todos tus silencios
en la distancia de incalculables brazos que te mienten.

Atado lento a ciegas
abrigas la sed y la mueca entrelazadas
como un ojo marchito en el anuncio
se te olvida el cómo el dónde
y las garras del adiós dan el zarpazo
en la cara de lo que viste partir
al sucio de la espina clavada
que correrá de nuevo por tu sangre
-puño que conoces-
a exprimirte otra vez el corazón.

Contacto con María Eugenia Caseiro: buhowriter@hotmail.com



Poema Oda A Una Generación De Solteras de María Eloy – García



de tus fatuas liturgias de oenegé
qué solitario discurso te queda/
hermosos tus taichís y qué enérgicos
tus pensamientos de último derecho
genuinamente humanos/
y al fin tu última cena pandesoja
y mentapoleo que es tu sangre derramada
feliz tu evangélica despensa
y tu aséptica cocina
como un polvo democrático/
arriba pues la última demagogia
el rojo profiláctico de tus besos
arriba la aromaterapia y el quieromasaje
la diosa homeopatía/
orgulloso el que al aroma de tus velas
y al sonido de tus mantras
no presienta la estudiada disidencia
de tu culo intacto



Poema Orquesta De Señoritas de María Elena Walsh



En sus mármoles y sus bronces
parecía la Chacarita
aquel viejo café del Once
con orquesta de señoritas.

Allá íbamos muchas tardes
una barra de juvenilia
a escucharlas desde el oscuro
reservado para familias.

En su palco las señoritas
repetían con todo esmero
pasodobles y rancheritas
que no daban para el puchero.

Eran rubias, llevaban flores
en el pelo y en la cintura.
Se movían como muñecas
con tristísima compostura.

Nadie supo de qué naufragio
las salvaba el conservatorio
para así ganarse la vida
de lloronas en un velorio.

Una noche se hicieron humo
de su palco descolorido
y tomaron, violín en bolsa,
un tranvía para el olvido.



Poema Oración Del Cartonero de María Cristina Azcona



Señor que sin desprecio me miraste
El día que encontré una cruz de acero,
A Ti no te repugna un cartonero
Si hasta a los pecadores Tú salvaste.

Jesús, te juraría que me hablaste
Y no me digas que no soy sincero.
De mi pobreza nunca te burlaste.
Sólo dijiste bajo ?Yo te quiero?.

Que a tu Santa María Madre quiero
Que le encargues para mí un recado.
Que si de pronto sin querer me muero

Después de por ahí… haber pecado,
En la gran puerta del infierno, espero…
Que nunca te separes de mi lado.



Poema Oración De Alternativa de María Cristina Azcona



¿Por qué el alma establece alternativa
Entre el buen obrar y el mortal pecado?
Sería más fácil que mientras viva
Se inclinara siempre hacia el mismo lado.
¿Por qué no se escabulle fugitiva
Hasta arrodillarse ante el Dios amado?
Y deja de negarse a ser soldado
De la sangre de Cristo rediviva.

Pero Tú la has querido traicionera
Que cada vez que pueda te ofendiese
Como si fuera por la vez primera
Y al encontrarte tu perdón pidiese.
Dejaste que se afirme en la quimera
Para que luego a tu redil volviese.



Poema Orillejos de Margarito Ledesma



¿Quién me llama la atención?
-El Estación.
¿Quién hay que mis pesares calme?
-El Empalme.
¿Y quién sofoca mis males?
-De González.

Por eso mi pobre corazón
tiene unas ganas fatales
de pasiarse por el Estación
del Empalme de González.

¿Qué como cuando hago rimas?
-Unas limas.
¿Qué pueblo es el que más quiero?
-Chamacuero.
¿Y quién murió alrededor?
-Comonfort.

Por eso con gran sabrosor
seguiré haciendo mis rimas
y gustando de las limas
de Chamacuero de Comonfort.

¿En dónde se ahogó mi tío?
-En el río.
¿Dónde tu amor te pedí?
-También allí.
¿Dónde juego a la baraja?
-En La Laja.

Por eso, si no hace frío
en días que no se trabaja,
luego lloro y luego me río
junto al río de La Laja.



Poema Oriente Flores de Manuel Machado



A Ramón del Valle Inclán

Antonio, en los acentos de Cleopatra encantado,
la copa de oro olvida que está de néctar llena.
Y, creyente en los sueños que evoca la sirena,
toda en los ojos tiene su alma de soldado.

La reina, hoja tras hoja, deshojando sus flores,
en la copa de Antonio las deja dulcemente…
Y prosigue su cuento de batallas y amores,
aprendido en las magas tradiciones de Oriente…

Detiénese… Y Antonio ve su copa olvidada…
Mas pone ella la mano sobre el borde de oro,
y, sonriendo, lenta hacia sí la retira…

Después, siempre a los ojos del guerrero asomada,
sella sus gruesos labios con un beso sonoro…
Y da la copa a un siervo, que la bebe y expira…



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