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Poema Misterios de Oscar Portela



Misteriosos son los caminos de la vida.
Tortuosas derivas, violentas cascadas,
vientos huracanados, crepúsculos que reflejan
el vértigo del mundo y la otredad del prójimo.
Y todo está en las manos, ojos labios y música
que pone melodía al corazón y a los misterios.
en las manos los daimones y ángeles
que presiden los sueños de los que estamos
hechos,
de las sombras de las que estamos hechos,
auras que no disipara el azar,
ni demonios ni ángeles, aunque el Dios
que preside nuestra mesa
quiera bajar de los espejos,
los espectros que viven en las aguas.

Poema inédito proporcionado por el autor



Poema Cuando Yo Estuve Aquí de Oscar Portela



Yo estuve aquí: esta fue mi alma, mi altura, mi verdad,
el vendaval, la tempestad en la que zozobraron mis ansias, ¡ay!
y el tumulto, las volcánicas lavas que arrasaron todo lo vivo:
el oro que sepultó tras sí todo lo índigo, las ardorosas manos
y los cielos caídos como píos de la rama más alta,
yo Calibos, yo Ariel, yo el Mago, también estuve aquí,
pero fue el otro, el otro, que despertaba minuto tras minuto
tras de las marejadas que las auroras dejan tras de sí.
Yo el otro de mismo, el que ahora se vuelve sobre sí,
-paso de danza que no alcanza el presente,
ni la sonrisa del querube-, pasado que retorna o
círculo vicioso que la visión perturba y torna todo
púrpura, la pasión ya agotada, pero viva en la muerte.
Ah niño mío, señor de los vientos del espíritu y el aire
que aún usurpas el no lugar -el no a lugar-, de un pasado
sometido al olvido y sin embargo, pura visión angélica
tras mis pasos que vuelven, como la aparición o el sueño
de encarnados espectros -y dibuja, en mis cansados labios,
en el alma del alma, la sonrisa olvidada entre cipreses
y aguas más cálidas y turbulentas que la muerte.
¿Seré hoy un espectro? ¿Será el adviento que un pasado
sin torna, prometido en los sueños?. Di tú, pequeño astro
que turbas el ansia que aún impulsan los signos
que me traes y el idioma del muerto.



Poema Sólo Ostras Me Quedan de Oscar Portela



(a Graciela Sacalotto)

olor de garzas
pudriéndose ahora en la memoria
de la infancia de la escritura:
por fin he descifrado en tu ausencia
-en tu eterno presente-
las llagas del deseo del leproso,
el nombre que hace florecer la luz,
la presencia de lo presente,
el vacío lleno de tu aroma
que amanecía azul entre mis dedos.
no hay misterios ya,
infancias o advenimientos
tempestuosos, de una adolescencia
tempestuosa, colmada por imágenes
donde estallan los seres
colmados por las preguntas
y la nada.
yo remaba hacia ti,
hacia tu nombre. en tu aroma
de almendros mi lengua
se llagaba, en mis caricias,
que aún te sostienen lívido
y conterrado junto a mi,
se hallaban los misterios
de lo arcano.
ah, verano, que has mutilado
con la desmesura
del deseo de dioses,
la gestación de esta historia.
sol que has venido hacia mi
sostenido por vendavales,
para abandonarme luego
ausente de mi mismo
en la fatal ausencia del deseo,
crucificado por un vacío
sin nombre, por el no ser
del verano, que ha cegado
mis ojos, transfigurando
lo que se calcina y llaga
con el esplendor y el fasto
de todo lo olvidado,
y sin embargo, presente.
Vulnerado hoy, sin palmas
ni palomas, sólo me quedan
las vacías ostras,
donde oculto tu nombre,
oh mío,
oh deseado,
oh incandescente…

Poema inédito proporcionado por el autor



Poema Sol Amargo de Oscar Portela



(a José Luis Dasilva Navia
por su poesía y por la poesía
)

Tú, sol que has crucificado mis sueños,
incandescente que has cegado mis ojos
con el ansia temprana de la muerte,
aquí, en esta tierra de terror y de espanto
que me empuja al gran vacío de la nada.
No hay moradas aquí, sino el desguarnecimiento
al que me has condenado,
yo que vi con el ojo del cíclope
el mar azul girar en las cinturas
de los elfos, y que encantado presenté
alabanzas al origen de la desnudez y la osadía,
ay, blancas cenizas hablan hoy por mí,
me llaman pronunciando mi nombre, en tu nombre,
oh sol que no puedes morir, porque eres la muerte
con que pagué los dones que la gracia infinita
quiso poner sobre mis hombros,
y sin embargo el vértigo, aún sacude en mí,
las albas del deseo, los frutos del azar
que por la noche caen sin esperar ya nada,
yo escuchándolos, rígido, sin ver, con los
ojos velados, y con las frías manos, esclavas
de una aurora anterior a mi y a ti, o sol,
feroz coreuta de un verano sin pausas,
que enloquece al mortal, con el rigor amargo
de la heredad perdida.

Poema inédito proporcionado por el autor



Poema Réquiem de Oscar Portela



Como Tiberio frente al mar azul, como Tiberio
al infinito tiempo de la espuma sin memorias ninguna,
como Tiberio el Dios atisbando sin ver,
más que el abismo del pasado y sentir vagamente
las incendiadas gemas arder en su corazón de niño,
así, como Tiberio, como Tiberio el Dios,
frente al inabarcable órgano del océano
siento subir en mí, contemplando como Tiberio
el elíptico vuelo de las aves,
el horror del pasado, el pánico quebrándose
sobre mi corazón, el quiasmo de lo no sucedido,
hundido como Tiberio, el Dios, entre tinieblas,
con las ardidas naves del verbo proferido por el deseo
del otro que fui, o de los Otros que hablaban
en nosotros, el infinito misterio del pasado.
Larga ha sido nuestra búsqueda, finitos pero intrincados
los pasadizos en los que buscábamos el orden
perdido, el vuelo de los Ángeles, las voces que dictaban
y exultantes ardían en nuestros corazones
enjaezados de lunas y de estrellas, de promesas
burladas por la voluntad de alzarse con el todo del mundo.
Pero heme aquí sin palabras, como Tiberio, el Dios,
pálido en la certidumbre de ser solo un espectro,
una pálida huella en las danzas de la memoria
del devenir del mundo, por los Dioses burlado,
mirando ahora, sin ver más que el Ocaso de los soles
que amara, como Tiberio, como Tiberio el Dios,
yo Dios, ahora deseando la desmemoria sin sexo
de los cerrados ojos de una magnolia,
sobre un cuerpo ya anciano que no pronunciará
jamás las ordenes de vida o muerte.
Como Tiberio, como Tiberio el Dios, desterrado en si mismo
frente al mar, bordando el réquiem de lo no sucedido,
pidiendo al Ángel de la gracia de los piadosos
espíritus, que aparten del insomnio toda muerta memoria.
Como yo, como Tiberio el Dios, así, en mitad del leteo,
ahora me preparo para llevar conmigo
la vacilante nada de los Días, los espejismos
de las Islas Perdidas, -todo lo que un nombre firmara -,
en nombre de unos ojos, unas trémulas manos
de amante y de asesino, unos labios sedientos
de venenos, que ahora cantan la canción del vacío,
las lagrimas de Eros desterrado -el baño de Diana-
y Acteón destrozado, como Tiberio, ya invisible
a la jauría de perros, solo azotado por el lamento
del viento arremetido contra los acantilados de Capri,
allí donde Tiberio, el niño Dios, el anciano demente,
espera la última traición, que un inmortal soporta.
El brillo que la noche vanamente quiere ocultar al mar,
( – el único vigía, el último testigo del infierno
que despectivamente baja hasta los féretros…).

Poema inédito proporcionado por el autor



Poema Prevalecerán Las Aguas de Oscar Portela



A Ricardo Mosquera Eastman

Las aves van a migrar
en qué corazón y de que flores libarán las aves
que ahora me abandonan en el desierto
de los años
muerto de sed, y de visiones
o espejismos acerca de aquello que se fue
y de lo que no vendrá,
ahora que desando el camino
de los muertos
que hicieron de mi alma
un nido, y sus plumajes se muestran
mientras los años pasan
y nada adviene, como no ser
la barca de Caronte, arrastrándome
hacia el mito del ave
que yo temo en mis sueños,
y que golpea a mi puerta
por qué señor? cuando congelado está
todo, cuando el cierzo
va a caer sobre mi, y las llamas
van a consumir mi cuerpo,
solitario,
por qué señor; negras las alas
y el blanco plumaje que cubre
su graciosa silueta
de garza
que espera el alba de los cielos,
los huracanes y las lluvias,
los colores que no diría nadie,
todo-todo,
letal como el volcán que en
mis sueños me insta a jamás despertar.
Quédate entre los muertos alma,
que muerta estás,
muertas las alas que levantó
el deseo y entregó por instantes
al veneno de Apolo-,
quédate entre los muertos,
me dices, y en la ventana, negra-blanca,
como otro vampiro,
el ave fabulosa
que ha resistido los tiempos,
ella, esperando lo que quizá jamás
sea sino el teatro de sombras
del cual estamos hechos,
nosotros,
marionetas, que con la pasión
del absoluto jugamos
a desecar el mar,
cuándo prevalecerán las aguas.
oh mío,
oh deseado,
oh incandescente.

Poema inédito proporcionado por el autor



Poema Niño Solar de Oscar Portela



Que burla señor, que has puesto en mi boca
preces y bendiciones, y en mi cintura
el fuego de los dioses que dominó la muerte,
ahora que solo clamo por ti, noche,
por tu desasimiento, yo , como exiliado, condenado,
solo en la noche libre, odiando toda luz, odiando
toda belleza, señor que burla, que burla ,
el largo camino
que conduce del sueño del niño solar,
a éste que ahora su cuerpo baña con las cenizas del
recuerdo,
– porque nadie puede saltar sobre su sobre su sombra,
ni coincidir con ella, cuando el mediodía se retrasa-,
– Oh señor- , y en mi solo crece el desierto,
el olvido que no puede olvidar el olvido
que lo revela todo-, las pequeñas muertes,
los pequeños duelos, abiertos en las confesiones
de las encenizadas lagrimas, – las que lloro por mi -,
y por aquella belleza que no engendró mi corazón
aquí, en ésta soledad a la que me condenaste,
al igual que Timón, Calibos, Catilina.
Ahora que solo contemplo la palidez creciente del crepúsculo-,
el egoísmo de los corazones, la fatal llaga
de lo trivial que se expande sobre todo-,
como un viento demente, yo sin el sueño que da reparo
y da la muerte soñada muerte, cuando él me llamaba,
– sígueme, entra al oscuro bosque- , y lo veía
disolverse, del mismo modo en que ahora mi vacía
mirada, solo ve muros y la sal del desierto que
crece, Oh señor, que me niegas el rayo
de la locura, la mirífica muerte, y solo cenizas
dejas en mi boca,
harapos en el cuerpo del niño
que desafiaba al sol en su carrera, hasta perderse
con el en su viaje hacia la noche
yo que ahora soy noche, yo señor, que al viento
y al sol me había prometido, yo, un corazón
con demasiadas preguntas,
abandonado como Abraham en el desierto, como Job,
rascándose sus pústulas, en soledad señor,
tu y yo, acaso solo melodías de una partitura que jamás
será escrita
sobre ninguna lápida.

Poema inédito proporcionado por el autor



Poema La Gacela de Oscar Portela



Que la muerte a la mano esté
solícita y dispuesta
a guiar esta sombra que persigue el amor
negado y prometido sea promesa de la muerte.
Ay rememoración de un imposible origen,
más allá, lo que rompe el espejo del corazón
que alumbra el claro de la razón
y nos refleja en los ojos luminosos
del felino. No es posible saber si dormidos
estamos o soñamos el sueño de la vida
que ancla en la muerte sus pasajeros pétalos.
Bello sería que nuestro propio espectro
asistiera a la imposible boda del cuerpo
del cielo, con el agua y el sol que penetra
pantanos.
Mientras tanto rememorar
lo que se aleja más de la memoria,
lo que nunca a sido o estado presente,
la no presencia de ojos y bocas
donde duermen todos los presentes,
y se suspenden todas las vigilias,
la ingle donde el más cálido aliento se congela
y que la muerte guarda para sí.
Mientras reposo mis ojos
en el imaginario lecho de turba y de silicio,
sin esperar ya el sueño de asistir a mi muerte,
recuerdo el rubor de tus mejillas
pasmándose en mis cantos.

Poema inédito proporcionado por el autor



Poema Espera de Oscar Portela



Toda la música
que afluía a mi boca
el lago de mi boca
los peces de mi boca
la gran mar estrellada
de mi boca
el infinito azul
perfumado de mi boca
perdidos ya
ya perdidos
el mismo ceto,
la misma esquina,
la misma desazón
la misma culebra
sibilante de la noche,
la misma noche perdida,
con notas disonantes
y el recuerdo como el piano
de Holderlin con las
cuerdas cortadas. Eso es todo.
Cuerpos asesinados
por la pasión,
manos entregadas al vacío
de la caricia,
piel exaltada por el azufre,
todo aquí, todo enterrado
en un ahora eterno,
y yo esperando
la muerte y yo esperando.

Poema inédito proporcionado por el autor



Poema Escombros de Oscar Portela



El mas inhóspito de los huéspedes
habita ahora mi corazón;
escombros y más escombros
sobre el norte de la soledad
donde se incuba el huevo de la
serpiente que engendró fuera de
tiempo mi alma. ¿Mas qué hacer?
Horror es todo que llenó de infantil
alegría el podré que ven ahora
mis ojos. Vacuí el amor que llenaba
las horas que se hicieron
presas del vampiro de los sueños.
Ay! Vivir eternamente para ver
la estéril repetición de las horas
y la degradación inútil de las formas.
Dormir, dormir
bajo el peso de la soledad y los
escombros del tiempo,
el veneno que la vil espada
pone en el corazón ya sin asombro
de traiciones y humillaciones
maldecidas. Demasiada soledad
sobre mi soledad, demasiados espectros
sobre los espectros, demasiados duelos
sobre los duelos, demasiada intemperie,
sobre la intemperie,
que allá en Elzingor
fue un tiempo el azur y la alucema.
Sobre el horror lo informe.
Dormir, dormir, rodeado de serpientes
cuando el mundo no es ya mundo
sino silueta fulminada
de quien no ha salido todavía
de la caverna. No me digáis más adiós.
Demasiada soledad sobre mi soledad,
demasiados espectros sobre mis espectros,
demasiados escombros sobre los escombros
que no hacen sino derrumbar escombros.

Poema inédito proporcionado por el autor



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