poemas vida obra p

Poema Plenitud de Matilde Alba Swann



Cúbreme con un abrazo de tierra y de gusanos.
Con un abrazo ancho
que me envuelva por todos mis costados.
Húndete en mi sangre, fúndete en mi carne,
hazte a mi piel, erízate conmigo,
extiéndete por todas las fibras de mi urdimbre,
y guárdate,
y quédate como el agua quieta debajo de los sauces.
Plenitud
abierta al cielo, al aire, a las estrellas.
Cúbreme con un abrazo de tierra y pasto tierno,
con toda la fuerza
de todos los minutos asfixiados en la pausa desierta,
de las horas vividas sin amor
en esa feria,
de cosas que se compran, de cosas que se venden,
de cosas que se buscan, de cosas que se encuentran.
Y mírate en mí, dentro de mí, y quédate y bésame
como el agua besa y muerde y penetra
la ávida boca de la tierra seca, y bébeme,
y sofoca
con tu boca entera,
mi aliento y mi latido y mi memoria.
Que ya no piense nada y que ya no recuerde,
y al fin que ya no sepa si eres tú quien me muerde,
si soy yo quien te besa.
Enróscame a tus brazos, rama verde, y tórnate gusano,
y devora hasta el final mi médula.
Devuélveme a la nada, a la quietud más quieta,
que la luz no me canse, que el viento no me mueva.
Haz un surco en tus venas y siémbrame en la hondura
de tu futura tierra.
Mis raíces prendidas a tu sangre beben tu ser,
y tus espigas se devoran mi hambre.
Filtrando por mi piel corre tu río
su frescura de paz bajo mi carne.



Poema Permanencia de Matilde Alba Swann



Sopla, viento, sopla y arrasa, que también de ti
saco conciencia.
En tu furia
mido mis fuerzas. Dóblame si puedes, y túmbame,
mi sostén es de acero.
Yo estoy sobre la línea de las cosas
que no murieron nunca.
Mi raíz emerge
desde el primer asomo del comienzo,
y brota y ensancha, y fructifica, y siembra,
hasta el negado fin del infinito.
Brioso y perverso y desafiante y ciego,
no borrarás la luz de mi paisaje,
ni el aroma del tiempo que me quiere.
El canto de los pájaros
ha de prender corolas de colores, siempre,
y un recuerdo de nido
entibiará mis ramas.
La luna te cortará las carnes para verme.
Estoy sobre el regazo de la tierra,
bajo la cóncava mirada azul,
con mi sabida sangre,
a un murmullo
del agua.
Suéltate, desorbitado, atronador, deshecho,
por la ladera fácil,
a querer romperme los oídos;
yo escucho con el corazón.
Búscame, azota mi pensativa hora de preguntas,
castígame el silencio, enfríame las manos,
succióname la savia.
Fatigarás tu furia hasta que caigas.
Todos nosotros te derrotaremos; la gota de agua,
el anuncio del pájaro
sobre la primavera,
la sonrisa del niño, y la sencilla
calma de existencia.
Raíz de tempestad, barre las caídas hojas,
y la inclinada brotación de miedo.
Tu voluntad altiva de torcerme
no quebrará mi línea,
respiro con las cosas que no murieron nunca.
Soy de mí misma,
indestructible, mía, en vertical esencia,
y permanezco.



Poema Pesadilla de Marta Zabaleta



Me despertó en la noche
tremenda pesadilla
qué es lo que tengo, me dije,
¿ya no le quiero?

Susurraba una lechuza
se columpiaba una rama
habían dos pescados
y una manzana.

La noche era callada
los pescados no hablaban
la noche era estrellada
eran las seis moradas.

Me despertó un susurro
de un paladar muy rosa
la piedra en el camino
el llanto en su garganta.

La noche era temprana
y me soplaba el alba
me di vuelta en la cama
y le encontré callado

Le besé con el alma
me miró con sonrojo
me dormí enamorada
y desperté galana.

Había en el estero
un pato, un aljibe,
una ventana entera
para saltar afuera.

Había en esas pampas
consuelo de otros cielos
y en mi corazón de niña
vivía una esperanza.

Tenía brío, tenía caballos
saltaba con las trenzas
al viento despeinadas
con mi oculta delicia entre las manos.

Bailábamos las lluvias
poemas recitábamos
revisábamos lindos
vivíamos la esperanza.

Las tardes eran densas
el porvenir patraña
los libros eran
caminos en el agua.

Las noches eran largas
siempre hechas de esperas
de cuentos disfrazados
de cristal y de cera.

Los días eran cortos
poblados de acechanzas
despedazando hadas
desangrando rosarios.

La vida era verde y rosa
con fuertes tintes naranjas
el lino batía las hojas
y el girasol giraba, giraba

Mientras bajo del árbol
en mi caballo alado
recogía de cuatro pétalos
el final de mi infancia.

Susurraban los pastos
los trinos se dormían
y a lo lejos se oía
a un tren que se marchaba.

La noche era silencio
los días estrellados
cuando mi vida aun
era una pagina en blanco.



Poema Pernocte de Marta Leonor González



Encorvada la garra del animal
Uno. El otro sobre las crines
el colmillo de mamífero siempre
encima. Y el otro solo pellejea
ladra y fuerza.
El insomnio no conoce de paciencias.
Perrea en la noche, la familia como una bandera
que ondula en trizas.
Quizás alguna causa humana esconde esa oscuridad
de nocturnas hienas desérticas, todo perdido en la quimera rosa
en el ojo celador que pestañea, araña el silencio que lo invade todo,
luz y sal
sangre agitada en griterío y trasnoche.



Poema Proserpina En Madison Avenue de Marita Troiano



La ciudad de Borsippa está muy lejos de sus ojos
Mientras va,
Fantasma en su lujuria
a la busca de un velo
que lo cubra y lo salve
Mientras va,
persiguiéndolo ciego
por la senda que ascendía
la calle Cuarenta y dos y Broadway

/dónde quedó tu agua fluyendo?
De dónde tú hechicero y peregrino
Desolado en tu propio laberinto?/

La mano trémula, insensata
subrayando la malicia
dibujándole el contorno de los labios
a la indócil Proserpina
/la hija de Ceres trasnochada/
Entonando un madrigal por Times Square
recordándoles a los vagabundos de la luna
que Pan nació en la Arcadia
y que él,
no tiene nada
Ni visa de residente
Ni Social Security
Ni American Express para sus cuentas

Y los tragó la noche
sin más solemnidades
Como una teodicea inesperada
Con un rumor de frenos apurados
de taxis amarillos
que recogen maldiciendo
feligreses de los teatros
y alumbrados ambos con muy poco
Con el malsano brillo de un estilete fiero
/lima de uñas, compañero inseperable del bolsillo
abrelatas oportuno en los picnics de cemento
Ganador de un agujero entre sus filos/.

No todos llevan un nombre en Nueva York
/urbe fatal revivida con la sangre de sus muertos/
pero este ?subterráneo-ciudadano sí
Se llama Ainisuel
Es una lengua muerta
En un idioma oculto entre las piedras de Rockefeller Center
(por donde vende baratijas a las gentes)

Y son enigmas sus orígenes
/podría ser de Guatemala par algunos
por el corte del cabello,
o tal vez el fugitivo de un pueblo sexualero
donde no había arena
y se amamantaba con sudor/
Pero llevaba barro entre sus letras
y guardaba su sombra sigilosa
en un rincón del muelle
dentro de un arca de ciprés.
(Inmigraciones piensa que es Plutón con disfraz de callejero)
Nadie da más razón de Ainisuel.

Y Proserpina
La de indomable cabellera y senos voluptuosos
/como naranjas de cascaras muy gruesas/
sigue de cerca el ulular del viento
con sus muslos en ángulo perfectamente obtuso.
Torturándose el olfato con aromas
de esa piel color de tierra, sabor a sal
Girando girando alrededor de un cheque en blanco
y por instinto americano,
masca dos chicles a la vez
en sobrehumano esfuerzo por endulzar el gesto
/y todo aquéllo
merced a su oficio paganero
al marketeo de apareos obligados
en su trepidante altar de Madison Avenue, ciudad de Nueva York/

Proserpina es mitológica
Desigual e indefinida
Un hada roja con la garganta seca
humedecida a veces con fellatios
La divinidad urbana incapaz de vuelos
de más de tres metros de altitud
la amiga del neón, a la que beben el alma
en sorbos clandestinos
los cronistas de una radio
y unos viejos mormones que olvidaron Utah
y escribieron en sus vientres
una postdata a Satanás.

Proserpina,
la divina Proserpina
Obsesión sagrada de Plutón
Dejas tu esquina
Estás viajando por la noche
con este hijo, tal vez de Costa Rica
/que bien podría ser un totem animado
o un discreto plumajero en Filipinas/
Con la existencia resignada
Conmutando una condena de reina destronada
por ninfetas de quince años
nacidas del corazón del Bronx.

Y se mantiene muda/ha advertido la llegada del diluvio/
Y se mantiene quieta/ha descubierto a su sombra fugitiva/

En un amanecer tardío
el New York Times violenta una sección
de su cuerpo de papel
y reaviva, con un decir sereno
de una crónica infeliz
detalles del encuentro
entre la dura de la noche
y el de las cejas negras
El hechicero raro que dicen que tenía
la caligrafía mejorada
cuando escribe con acero sobre piel

Oh, cruel amante rechazado!
Oh, estilete impío de redomados filos!
Cumplieron a su modo
algún ritual de fe
antes de la luna nueva
Tornando una existencia
en estrechez, en muérdago
en dos metros de tierra
donde podrá crecer la yerba.

Tragedia ingrata de la calle
Doloroso vacío de poder para siempre
en esa esquina

Caravaggio ha prometido pintar
Un claroscuro más /para Sotheby?s/
con la sangre derramada
Friné esta latigando a las estatuas de sus dioses protectores
y Hermes se conforma con calzar alas que lo guíen
hacia el reino de Hades
Para ver a Proserpina entrando presurosa
y sin su velo.



Poema Puerto Arista de Marisa Trejo Sirvent



Hay luces en los ojos de los peces
que los barcos capturan por la noche,
aromas en el aire de cangrejos dormidos,
fósiles transformándose en espuma.
Más tarde
la madrugada tirará otras estrellas
la brisa no azotará más las ventanas.
En ellas aparecerá
la marina de cobre de sus olas inmensas
que borrara las huellas clandestinas
de nuestros pies descalzos.

Puerto Arista, Chiapas, 1983.



Poema Piel De No Verte de Marisa Trejo Sirvent



¿Hasta dónde la tinta
escribe un verso?
Letras de tinta borro
Vino tinto en la piel
Piel de no verte
Piel a piel la distancia
Tinta el papel de rojo ocre
Y cobre ausente
Está tinto el amor
Voy a beberte.

San Cristóbal de las Casas, 1994.



Poema Pernoctando En Ti de Marisa Trejo Sirvent



Porque la palabra tiene la capacidad del recuerdo
porque he buscado justificaciones al silencio
cuando tenía la pupila del corazón insomne.
Porque los transeúntes tenían tu misma mirada triste,
Hago de este oficio,
Incitación al verso en noche de febrero incomprensible,
e ansia indagadora que haga constar la integridad
del sentimiento.
Hoy voy a escriturar en el papel
-cómplice en la ansiedad-
aquello que nunca pronuncié
de madrugada, pernoctando en ti,
cuando nos fumábamos la vida buscando colillas.
Éramos dúctiles y sin embargo,
La pluma descifra mejor los recuerdos, amor.

.

México, D. F. 1977



Poema Poema Cero de Mario Noel Rodríguez



Me gustas cuando gritas porque trastornas el presente.
Más viva, oscura,
de alas en contrasentido.
Desde la cabalgadura mi sed te toca,
de tierra es el beso que acalla el trueno de los días.



Poema Penal Mariona de Mario Noel Rodríguez



La sombra patea al más valiente,
sea blanco, negro, azul o rojo.
Quema los huesos en salsa de hastío
y el cielo es una ventana nublada de suspiros.
Una cuchillada a la fantasía del homosexual,
el llanto cae al plato vacío,
los zopilotes llegan a investigar.
Putiadas y picassos en la pared son la vida misma,
historias de hambre y revoluciones a medias
son la vida misma.
Un laberinto es cada pecho
y cada pecho una guitarra sin cuerdas.
La libertad una bandera sucia de infancia.
El poeta sangra pequeños universos.



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