Poema Estar de Paul Celan
Estar a la sombra
de la llaga en el aire.
No-estar-por-nadie-ni-por-nada.
Incógnito,
solamente
por ti.
Con todo lo que cabe dentro,
sin lenguaje
también.
Versión de Felipe Boso
Amor Amistad Familia Infantiles Fechas Especiales Cristianos
Estar a la sombra
de la llaga en el aire.
No-estar-por-nadie-ni-por-nada.
Incógnito,
solamente
por ti.
Con todo lo que cabe dentro,
sin lenguaje
también.
Versión de Felipe Boso
En los ríos, al norte del futuro,
tiendo la red que tú
titubeante cargas
de escritura de piedras,
sombras.
Versión de José Ángel Valente
Cualquier piedra que levantes-
desnudas
a los que piden la salvaguardia de las piedras:
desnudos
renuevan el entramado desde hoy.
Cualquier árbol que abatas-
armas
el lecho en donde
las almas nuevamente se acumulan,
como si no temblase
a su vez este
eón.
Cualquier palabra que pronuncies-
das las gracias
a la corrupción.
Versión de José Ángel Valente
No busques en mis labios tu boca,
ni en la puerta al extraño,
ni en el ojo la lágrima.
Siete noches más arriba
pasa el rojo hacia el púrpura,
siete corazones más adentro
insiste la mano en la puerta,
siete rosas más tarde
se escucha el rumor de la cisterna.
De noche, cuando el péndulo del amor
oscila entre el siempre y el nunca jamás,
tu palabra derriba las lunas del corazón
y tu ojo azul -borrascoso-
le entrega el cielo a la tierra.
Desde una lejana arboleda
oscurecida por el sueño
llega hasta nosotros el aliento
y lo que perdimos transita inmenso
como un espectro del futuro.
Lo que ahora se hunde y se levanta
quiere lo sepultado en la entraña:
ciego como la mirada que cambiamos,
el tiempo lo besa en la boca.
Versión de José María Pérez Gay
En mi mano el otoño come su hoja: somos amigos.
Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar:
regresa el tiempo a la nuez.
En el espejo es domingo,
en el sueño se duerme,
la boca dice la verdad.
Mi ojo asciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos palabras oscuras,
nos amamos como se aman amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en los cuencos,
como el mar en el rayo sangriento de la luna.
Nos mantenemos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle:
tiempo es de que se sepa,
tiempo es de que la piedra pueda florecer,
de que en la inquietud palpite un corazón.
Tiempo es de que sea tiempo.
Es tiempo.
Versión de José Ángel Valente
También tu
herida, rosa.
Y la astada luz
de tus búfalos rumanos
en lugar de una estrella
sobre el lecho de arena,
en el émbolo que habla,
el superrojoceniciento.
Versión de Felipe Boso
Ciégate para siempre:
también la eternidad está llena de ojos-
allí
se ahoga lo que hizo caminar a las imágenes
al término en que han aparecido,
allí
se extingue lo que del lenguaje
también te ha retirado con un gesto,
lo que dejabas iniciarse como
la danza de dos palabras sólo hechas
de otoño y seda y nada.
Versión de José Ángel Valente
Bisiestos siglos, bisiestos
segundos bisiestos
nacimientos, novembreantes, bisiestas
muertes,
en automáticos panales archivados
bits
on chips
El poema-menorá de Berlín,
(¿inasilado, in-
archivado, in-
asistido? ¿En
vida?),
estaciones de lectura en la palabra tardía,
puntas de llamas vigilantes
en el cielo,
perfil de crestas bajo el fuego
sensaciones, tejidas
por la helada,
arranque en frío-
con hemoglobina.
Versión de José Ángel Valente