poemas vida obra q

Poema Quimera de María Elena Blanco



No se habló nunca más de la ciudad
el padre la enterró viva lustros antes de que desfallecieran
todas su casas al unísono
y un polvillo de cal y de pigmentos acres entró por el ojo taladrado
haciendo estragos en la imagen
añicos las palabras

alguna vez de pronto resurgía trocando sus volúmenes
en la aricia pendular de un barco o una senda entre dunas
por la que se buscaba a alguien
a una abuela extraviada por ejemplo
o en cuartos de penumbra con persianas es ascuas
y puertas invisibles

(afuera la canícula imitaba las granadas maduras)

y el nuevo hogar/hotel de solitarios/ un nido de pieles
de cebolla
transparencia de ópalo que éramos
expuestos y encerrados en el cáliz de sangre:
cada cual a beber el zumo destilado del sueño
cada cual a sortear su novatada en el foro
cada cual a estrenar sus fieras nupcias con la noche

o bien la divisaba agónica flotando a la deriva
zurcida por tenue hilo de luz a otros fragmentos de isla
y en cierto ocaso me fulminó de lejos cual circe envejecida
cuando aspiraba al alba el aire tropical en lo alto
de una terraza de aeropuerto

(desde entonces he tenido y perdido muchas casas)

la he vuelto a ver de cerca
la he mirado a los ojos
pero al girar la espalda hasta una nueva cita
indeleble su memoria en mi cuerpo
no quedó ni una huella de mí sobre su suelo
no se grabó mi nombre
nadie aguarda mi voz.



Poema Quijote de María Cristina Orantes



Pincelada que baja desde el cielo
a repartir un bien incomprensible,
larga y triste figura
que quiere llevar miel entre las manos;
rayo de sol que besa los labios de la amada,
una amada que a los ojos del mundo
está desvanecida.
Hebra ambulante
intentando quebrar una muralla.
Insomne velador de armas durmientes,
con una lanza al hombro
y en la mirada un sueño,
poeta sin destino y sin fronteras,
filo que corta el aire,
seguidor implacable de molinos,
corazón palpitante en la vigilia,
vencedor de batallas incompletas,
sombra de una grandeza imaginaria.
Lanza y caballero,
caballero y lanza
imagen que confunde fuego y yelmo,
quemándose por dentro
y latiendo al galope del caballo.
Armadura que encierra
un puñado de huesos,
una herida sangrándole la historia
y un ánima desnuda de todo privilegio.
Fragor, bravura hidalga pendiente de un suspiro.
Magia y locura atadas en un sueño.



Poema Qué Comienza Y Da Fin Cuando Ella Mira Un Precipicio Azul De Tinta de María Baranda



¿Qué comienza y da fin cuando ella mira un precipicio azul de tinta?)

Y habiendo estado tras las rejas
de las albas sometida, cavara
ahora entre tus carnes
las rodajas, el vértice mordaz
arremangada, abriendo
el paraíso en tus partículas
bajo la lluvia casta de las aguas.
Hembra de qué playa te buscara
en tus navíos y en trenes
recorriera aquel fulgor
bajo la niebla, pesada
y conyugal sobre tu cuerpo
acariciando hambrienta
en la lujuria de este sol
que jubiloso
me hace recibir de pronto
tanta gracia.



Poema Que El Verdadero Sabio de Margarita Hickey



Que el verdadero sabio, donde quiera
que la verdad y la razón encuentre,
allí sabe tomarla, y la aprovecha
sin nimio detenerse en quién la ofrece.
Porque ignorar no puede, si es que sae,
que el alma, como espíritu, carece de sexo.
Pues cada día, instantes y momentos,
vemos aventajarse las mujeres
en las artes y ciencias a los hombres,
si con aplicación su estudio emprenden.



Poema Qué Eterna Y Dolorida Lontananza de Manuel Jose Othon



¡Qué enferma y dolorida lontananza!
¡Qué inexorable y hosca la llanura!
Flota en todo el paisaje tal pavura
como si fuera un campo de matanza.

Y la sombra que avanza, avanza, avanza,
parece, con su trágica envoltura,
el alma ingente, plena de amargura,
de los que han de morir sin esperanza.

Y allí estamos nosotros, oprimidos
por la angustia de todas las pasiones,
bajo el peso de todos los olvidos.

En un cielo de plomo el sol ya muerto,
y en nuestros desgarrados corazones
¡El desierto, el desierto… y el desierto!



Poema Quién? de Manuel Díaz Martínez



¿Quién habita la casa que habité:
quién toca las maderas que toqué,
quién ve los resplandores que yo vi,
quién vive las penumbras que viví,

quién sueño en la ventana en que soñé,
quién llora en la escalera en que lloré,
quién abre los batientes que yo abri,
quién ríe en el pasillo en que reí,

quién cabalga en los hombros de mi sombra,
quién habla, grita, llama y no me nombra,
quién mis brazos desplaza con sus brazos,

quién llena mi silueta sin saberlo,
quién anda hacia su muerta y, sin quererlo,
ocupa con sus pies mis viejos pasos?



Poema Querida Olga: Tu Voz… de Luzmaría Jiménez Faro



Ódiame por piedad, yo te lo pido,
ódiame sin medida ni clemencia.
Odio quiero yo mejor que indiferencia,
porque solamente se odia lo querido.

Querida Olga: tu voz como una algaida contaminaba
nuestros corazones y tu boca nos invitaba al odio.
Desconocíamos esa feroz pasión multiplicada en
víboras porque era nuestro tiempo un sistema solar
para la vida. Palabra por palabra sobre la piel caía
como un sudario en llamas todo el odio. Todo el
odio que puede acumular aquel que ha sucumbido al
amor y al filo de su sueño se derrumba todo un vol-
cán de sangre. Pero tu voz seguía como un diluvio
ebrio golpeando los tapiales de nuestra adolescen-
cia…aunque no comprendíamos.

Después…odiar. Saber odiar ha sido tan simple y tan
normal como vivir, pues ya la vida como una vieja
puta nos enseñó a beber en los cálices negros el
zumo genital de los chacales. Mas como tú avisabas
había algo peor: la indiferencia. Ella es copa de
escarcha que la sangre agria y gota a gota va que-
mando el alma. Y borra la ternura y a la compren-
sión levanta oscuros muros y a la esperanza con obs-
tinadas sombras amuralla. Anega la inocencia de ce-
nagosas aguas, constriñe la alegría entre escombros
de pena. Y no hay cielo ni infierno, sólo cirios que
alumbran los despojos de los siete pecados capitales.



Poema Quién Eres Tú? de Luis García Montero



Se deshizo la luz,
equivocó su horario por dejarte desnuda,
desdibujó tus ojos mientras me sonreías.

mientras me soreías
vi una sombra inclinada desvestirse,
abrir la cremallera despacio del silencio,
dejar sobre la alfombra
la civilización.

Y tu cuerpo se hizo dorado y transitable,
feliz como un presagio que nos enfurecía.

Que nos enfurecía.
Solamente nosotros
(camaradas
de una cama ruidosa) y el deseo,
ese difícil viaje de ida y vuelta,
que haora insiste y me empuja a recordarte

alegre, levantada,
un relámpago abierto entre los ojos,
recogiendo tu falda de joven colegial.

Mientras me sonreías,
yo me quedé dormido
en las manos de un sueño que no puedo contarte.



Poema ¡que Se Nos Va La Pascua, Mozas de Luis De Gongora



¡Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!

Mozuelas las de mi barrio,
Loquillas y confiadas,
Mirad no os engañe el tiempo,
La edad y la confianza.
No os dejéis lisonjear
De la juventud lozana,
Porque de caducas flores
Teje el tiempo sus guirnaldas.

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!

Vuelan los ligeros años,
Y con presurosas alas
Nos roban, como harpías,
Nuestras sabrosas viandas.
La flor de la maravilla
Esta verdad nos declara,
Porque le hurta la tarde
Lo que le dio la mañana.

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!

Mirad que cuando pensáis
Que hacen la señal del alba
Las campanas de la vida,
Es la queda, y os desarman
De vuestro color y lustre,
De vuestro donaire y gracia,
Y quedáis todas perdidas
Por mayores de la marca.

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!

Yo sé de una buena vieja
Que fue un tiempo rubia y zarca,
Y que al presente le cuesta
Harto caro el ver su cara,
Porque su bruñida frente
Y sus mejillas se hallan
Más que roquete de obispo
Encogidas y arrugadas.

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!

Y sé de otra buena vieja,
Que un diente que le quedaba
Se lo dejó este otro día
Sepultado en unas natas,
Y con lágrimas le dice:
«Diente mío de mi alma,
Yo sé cuándo fuistes perla,
Aunque ahora no sois caña.»

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!

Por eso, mozuelas locas,
Antes que la edad avara
El rubio cabello de oro
Convierta en luciente plata,
Quered cuando sois queridas,
Amad cuando sois amadas,
Mirad, bobas, que detrás
Se pinta la ocasión calva.

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!



Poema Que Pida A Un Galán Minguilla de Luis De Gongora



Que pida a un galán Minguilla
Cinco puntos de jervilla,
Bien puede ser;
Mas que calzando diez Menga,
Quiera que justo le venga,
No puede ser.

Que se case un don Pelote
Con una dama sin dote,
Bien puede ser;
Mas que no dé algunos días
Por un pan las damerías,
No puede ser.

Que la viuda en el sermón
Dé mil suspiros sin son,
Bien puede ser;
Mas que no los dé, a mi cuenta,
Porque sepan dó se sienta,
No puede ser.

Que esté la bella casada
Bien vestida y mal celada,
Bien puede ser;
Mas que el bueno del marido
No sepa quién dio el vestido,
No puede ser.

Que anochezca cano el viejo,
Y que amanezca bermejo,
Bien puede ser;
Mas que a creer nos estreche
Que es milagro y no escabeche
No puede ser.

Que se precie un don Pelón
Que se comió un perdigón,
Bien puede ser;
Mas que la biznaga honrada
No diga que fue ensalada,
No puede ser.

Que olvide a la hija el padre
De buscarle quien le cuadre,
Bien puede ser;
Mas que se pase el invierno
Sin que ella le busque yerno,
No puede ser.

Que la del color quebrado
Culpe al barro colorado,
Bien puede ser;
Mas que no entendamos todos
Que aquestos barros son lodos,
No puede ser.

Que por parir mil loquillas
Enciendan mil candelillas,
Bien puede ser;
Mas que, público o secreto,
No haga algún cirio efeto,
No puede ser.

Que sea el otro Letrado
Por Salamanca aprobado,
Bien puede ser;
Mas que traiga buenos guantes
Sin que acudan pleiteantes,
No puede ser.

Que sea médico más grave
quien más aforismos sabe,
Bien puede ser;
mas que no sea más experto
el que más hubiere muerto,
No puede ser.

Que acuda a tiempo un galán
con un dicho y un refrán,
Bien puede ser;
mas que entendamos por eso
que en Floresta no está impreso,
No puede ser.

Que oiga Menga una canción
Con piedad y atención,
Bien puede ser;
Mas que no sea más piadosa
A dos escudos en prosa,
No puede ser.

Que sea el Padre Presentado
Predicador afamado,
Bien puede ser;
Mas que muchos puntos buenos
No sean estudios ajenos,
No puede ser.

Que una guitarrilla pueda
Mucho, después de la queda,
Bien puede ser;
Mas que no sea necedad
Despertar la vecindad,
No puede ser.

Que el mochilero o soldado
Deje su tercio embarcado,
Bien puede ser;
Mas que le crean de la guerra
Porque entró roto en su tierra,
No puede ser.

Que se emplee el que es discreto
En hacer un buen soneto,
Bien puede ser;
Mas que un menguado no sea
El que en hacer dos se emplea,
No puede ser.

Que quiera una dama esquiva
Lengua muerta y bolsa viva,
Bien puede ser;
Mas que halle, sin dar puerta,
Bolsa viva y lengua muerta,
No puede ser.

Que el confeso al caballero
Socorra con su dinero,
Bien puede ser;
Mas que le dé, porque presta,
Lado el día de la fiesta,
No puede ser.

Que junte un rico avariento
Los doblones ciento a ciento,
Bien puede ser;
Mas que el sucesor gentil
No los gaste mil a mil,
No puede ser.

Que se pasee Narciso
Con un cuello en paraíso,
Bien puede ser;
Más que no sea notorio
Que anda el cuerpo en purgatorio,
No puede ser.



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