poemas vida obra t

Poema Tesalina de Justo Braga



Él leía cartas de amor a Rosaura.
Ensalzaba su apacible hermosura.
Ella,
azorada,
tras la falda,
no perdona a Corina
el infortunio que su mirada empaña.

Él leía versos de amor y desamparo,
mientras anuncia,
triste
su delito:
dar tregua a su juventud y su codicia.

Mientras Corina avanza por la acera,
Rosaura mira anhelante.
Arrepentida espera
hallar en cualquier parte
su inocencia.

Los negros de Oklahoma
quebrantan su fragancia
y como un capricho a Mesalina
se inyectan en la vena la escritura de versos.
Consumen cocaína adulterada.
Recitan sonetos
armados de esa hermosa manía
de orinar en las esquinas.



Poema Testimonio Ii de Julio Torres Recinos



Día jueves, octubre del año tal ,
hora, las nueve de la mañana,
camino por las hojas muertas,
las miro y grabo sus chillidos,
el agua y la tierra guardarán
su otro recuerdo.
Paso por el puente, no me contengo
y palpo sus barandas de fruta seca.
Si nos las tocara no sabría
si en verdad he estado allí.
¿Cómo podría el puente atestiguar
que no soy turista, que si hubo frío,
lo hubo en mi cuerpo también,
que si una joven alta pasó
a esa hora, yo también la vi?
Pero no pasó nadie, el puente, yo,
no nos vamos a mentir.
Al otro lado, todavía cerca de las aguas,
todavía cerca de la brisa que llena los ojos,
en una banca de madera
deshojo un libro, unos poemas,
escribo líneas, trazos, signos,
términos laudatorios, una equis,
otra marca que recuerde
que yo, fulano de tal,
una mañana de octubre,
crucé un puente, abrí un libro,
supe con el puente que como el agua
las jóvenes no retornan.
(Guelph, Ontario)



Poema Tercer Regreso de Julio Torres Recinos



Agónico fuego de la tarde,
triste, sediento;
camino despedazado,
viento de luna,
nocturno pájaro tenue,
obelisco de lo fugaz,
filosa piedra de rápido golpe.

Aquí estoy.

He llegado hendiendo
el silencio de estas calles,
horadando con mi sombra
cada pecho de aquellos hombres
ya idos.

He emergido sin saber el momento,
-musgo olvidado-
sucumbiendo ante la estricta
medida del dolor y la nostalgia,
perdiendo batallas,
escapando a mis manos,
derribando tiempos
hasta llegar a ti,
espuma de soledades,
y gritar desde mi subterráneo silencio
que no hubo nunca un adiós,
que mis manos no conocieron nunca
el vuelo de una despedida.



Poema Tartaria de Julio Martínez Mesanza



Cuando a mi estéril corazón me vuelvo,
por las eternas dudas asolado,
pienso en Tartaria, en gélidos desiertos,
y una sombra comienza a tomar forma
y una forma se encarna lentamente,
mientras mi débil voluntad conquista.
Deseo entonces que el jinete eterno,
a quien turban inmensas lejanías,
lleno de desazón, se ponga en marcha.



Poema Tampoco Tengo Claro Qué Tarea… de Julio Martínez Mesanza



Tampoco tengo claro qué tarea
debo cumplir; si todo se reduce
a acompañar en esta pesadilla
el dolor y el orgullo de los hombres
y llegar al final sin sufrimiento,
o si hay que herir también y ser herido.



Poema Todos Los Días El Hombre (27) de Julio Iraheta Santos



Suelto esta voz,
estas manos que golpean conciencias,
pero el eco vuelve solo.

Por las calles del mundo fumo la derrota.
Arañas atómicas acechan el futuro
y tras las rendijas de la muerte un niño nos mira.
Hombre del trampolín hacia los astros,
¿qué dicen tus oráculos,
tus clepsidras académicas?
Se está acabando todo,
¡todo!
Sin embargo sigues con tu dialéctica
creyendo que eres superhombre.
Pobre bestia estomacal.
Necesitas el misterio y lo rechazas.
¡Nada de prehistoria!
gritas.
Y amas la piedra prolongada en el misil.
¡Ah! mis manos que buscan y siempre vuelven
solas.
¡Ah! estas gotas que ruedan con sabor a
tormenta.
Juan lloró al mirarnos desde Patmos.
Estamos al final del gran juego.
Habrá carne suficiente para las aves de rapiña.
Necesitamos al Cordero.

1975



Poema Todos Los Días El Hombre (2) de Julio Iraheta Santos



Ayer bebí,
y mientras bebía hablé de mi impotencia,
confesé mi orfandad y mostré mis manos
que nunca tienen nada, salvo el corazón de Ligia.
Yo le quité el corazón porque era la única mujer
capaz de amar a un poeta pobre.
La besé, la tendí en medio de las horas
y fui señor de la fiesta,
de aquella hoguera azul…
Ayer bebí, y mientras bebía le di un puntapié al
(hombre responsable,
caí de bruces, miré por última vez el sol
y en mis manos que nunca tienen nada
continuaba el corazón de Ligia.

1975



Poema Testimonio De La Soledad (2) de Julio Iraheta Santos



Oigo pasar el viento con su cola de perro
perseguido,
con sus manchas de siglos y caminos que
alargan mi
(orfandad.
Con mística tristeza murmura en los tejados
y de mi insomnio se lleva una ciudad dormida.
De lejanos países viene repitiendo el mismo
llanto.
De lejanas montañas trae el lenguaje de bosques
(taciturnos
que arroja al mar para que el agua se hinche.
Helado viento que traes la bufanda llena de
agujeros,
pon en tu cuello mi soledad.

1970



Poema Tertulia Lunática Vi de Julio Herrera Y Reissig



En un bostezo de horror,
tuerce el estero holgazán
su boca de Leviatán
tornasolada de horror…
Dicta el Sumo Redactor
a la gran Sombra Profeta,
y obsediendo la glorieta,
como una insana clavija,
rechina su idea fija
la turbadora veleta.

Ríe el viento confidente
con el vaivén de su cola
tersa de gato de Angola,
perfumada y confidente…
El mar inauditamente
se encoge de sumisión
y el faro vidente, en son
de taumaturgas hombrías,
traduce al torvo Isaías
hipnotizando un león.

Estira aplausos de ascua
la hoguera por los establos:
rabiosa erección de diablos
con tenedores en ascua…
Un brujo espanto de Pascua
de Marisápalo asedia,
y una espectral Edad Media
danza epilepsias abstrusas,
como un horror de Medusas
de la divina Comedia.

En una burla espantosa,
el túnel del terraplén
bosteza como Gwynplaine
su carcajada espantosa…
Hincha su giba la unciosa
cúpula, y con sus protervos
maleficios de hicocervos,
conjetura el santuario
el mito de un dromedario
carcomido por los cuervos.

Las cosas se hacen facsímiles
de mis alucinaciones
y son como asociaciones
simbólicas de facsímiles…
Entre humos inverosímiles
alinea el cañaveral,
con su apostura marcial
y sus penachos de gloria,
las armas de la victoria
en un vivac imperial.

Un arlequín tarambana
con un toc-toc insensato
el tonel de Fortunato
bate en mi sien tarambana…
Siento sorda la campana
que en mi pensamiento intuye;
en el eco que refluye
mi voz otra voz me nombra;
¡y hosco persigo en mi sombra
mi propia entidad que huye!

La realidad espectral
pasa a través de la trágica
y turbia linterna mágica
de mi razón espectral…
Saturno infunde el fatal
humor bizco de su influjo
y la luna en el reflujo
se rompe, fuga y se integra
como por la magia negra
de un escamoteo brujo.

En la cantera fantasma,
estampa Doré su mueca
fosca, saturniana y hueca,
de pesadilla fantasma…
En el cementerio pasma
la Muerte un zurdo can-can;
ladra en un perro Satán,
y un profesor rascahuesos
trabuca en hipos aviesos
el Carnaval de Schumann.



Poema Tertulia Lunática V de Julio Herrera Y Reissig



¡Oh negra flor de Idealismo!
¡Oh hiena de diplomacia
con bilis de aristocracia
y lepra azul de idealismo!…
Es un cáncer tu erotismo
de absurdidad taciturna,
y florece en mi saturna
fiebre de virus madrastros,
como un cultivo de astros
en la gangrena nocturna.

Te llevo en el corazón,
nimbada de mi sofisma,
como un siniestro aneurisma
que rompe mi corazón…
¡Oh Monstrua! Mi ulceración
en tu lirismo retoña,
y tu idílica zampoña
no es más que parasitaria
bordona patibularia
de mi celeste carroña!

¡Oh musical y suicida
tarántula abracadabra
de mi fanfarria macabra
y de mi parche suicida!…
¡Infame! En tu desabrida
rapacidad de perjura,
tu sugestión me sulfura
con el horrendo apetito
que aboca por el Delito
la tenebrosa locura!



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