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Poema Tres De Lorca de Marisa Trejo Sirvent



a Joaquín Vásquez Aguilar.

?Tardes en que el teléfono pregunta
por consabidas náyades arteras?.

Ramón López Velarde.

Te gustaba leer
Con voz pausada
Aquellos poemas
Esos
Los preferidos
Tres de Lorca
Algunos de Vallejo
Siempre Miguel Hernández
Siempre con esa voz
De ola de mar
En medio del naufragio
Más deseado
En medio de las ninfas de los ríos
Me da gusta seguirte en estas líneas
Pensarte vivo
Escuchar cuando dices
?Cuando los pájaros están a punto
De abandonar la noche?.
Tardes interminables
De alcohol y tinta
Tardes donde sólo aquel disco
Aquella cancioncilla a la cebolla
Te aguarda como un disco rayado.

Tuxtla Gutiérrez, 1994.



Poema Take Five de Marisa Trejo Sirvent



Hay un motivo,
unas gotas de lluvia
un cigarro y un jazz
para olvidar las nubes
de un cielo que no es mío.
El saxofón que trae recuerdos
de comidas cubanas
con palmeras y brisa,
las plantas y las yerbas del trópico
las risas de los niños
que juegan con granizos
que aquí no existen.

París, 1981.



Poema Te Tomo A Pecho de Mario Noel Rodríguez



Dame de esas ánforas que relincho.
¡Cuántos siglos esperé para succionarlas y ser vuelo,
navegar por el celo que soñé!
Que lo sepa el pavorreal,
que lo sepa el charco de sol.
Limones del más puro brillo al conocerte,
ahora magnéticas piedras lunares.
Testamentos ha escrito esta lengua,
viajes de la alcoba al delirio,
sedes he frenado en tu tórax.
Y quizá los amantes inventen nuevos toboganes,
locas lunas en qué caer fallecidos,
pero ante el cáncer de mamas
sólo mi voz al otro lado de la leche.



Poema Testimonio de Marilina Rebora



¿Y si Dios no existiese? ¿Si todo feneciera
con el postrer aliento de la fatal partida?
¿Sería razonable que la mujer pusiera
sus hijos en un mundo que a la muerte convida?

Si la existencia fuese fugaz, perecedera,
sufriendo siempre en vano, sin encontrar salida
ni alentar en el alma esperanzada espera:
a más hijos y muerte equivaldría la vida.

La que tiene conciencia de un niño en las entrañas
espere en Dios segura, depurada la mente,
sin dudas ni presiones de influencias extrañas,
pues quien confía en El, irresistible, siente
la Presencia Divina como sublime aserto.
Que en Dios sólo se vive para siempre, es lo cierto.



Poema Tu Voz… de Mariana Bernárdez



Tu voz
Vibración de espacio sellado
no me ata a la luz de la noche
Nada dice del viaje
por los siete cielos
ni sobre los círculos del mar
Distante como erupción de diáspora
batalla para unir las puntas de la hora

Los pies no se han desprendido
pero los ojos hace mucho pisaron
las arenas de Odiseo
y en el vuelo las sirenas fueron cómplices
Edipo oráculo
y Delphos sólo rastro de «lirio»

Tensas la cuerda
para elevarte en canto
y en un fragmento de aire
te echas a cuesta los montes
Desgastadas tus sandalias
me preguntas si el amor
fue algún día nuestro

Entonces recuerdo los ojos de Helena
y el oro de una manzana
convertido en moneda de cobre
con la cual compraste la muralla de Troya.



Poema Testigo de María Victoria Atencia



Apenas alentaba.
Pero atendí su canto
queriendo darle vida. Proseguía
el mirlo en aquel árbol de flores de papel
pasándome el relevo
cuando vino su hedor, como un hocico frío
a decirme la hora.



Poema Ternura de María Victoria Atencia



Quizás no sea ternura la palabra precisa
para este cierto modo compartido
de quedar en silencio ante lo bello exacto,
o de hablar yo muy poco y ser tú la belleza
misma, su emblema, aunque tan próxima y latiendo.
Y es también un destino unánime que vuelvan
a idéntico silencio -cuando llegue la hora
de la tregua indecible- mi palabra y tu zarpa.



Poema Teoría De La Verdad de María Sanz



La verdad es que nada
de lo que yo quería
ha buscado mi techo
más de lo necesario,
ni remedió mi suerte
mejor que la tristeza.
Lo cierto es que no tuve
la verdad por delante
sino era en el fracaso
repentino, tras muchas
ilusiones gastadas.
Ahora no es distinto
lo falso de lo cierto,
ni me es imprescindible
averiguarlo. Busco
todo cuanto quería
que me hubiese buscado.



Poema Tú Y Yo Nos Encontramos… de María Sanz



Tú y yo nos encontramos
en Washington Square.
Me invitaste a cenar
en un club, y la orquesta
tocó para nosotros
Indian summer… Bailamos
inmersos en la noche
neoyorquina. Más tarde, mi vestido
brillaba abandonado sobre el suelo
de aquel apartamento, donde era
muy distinta la música: palabras
y suspiros mezclados con sirenas
de los barcos lejanos…

Pero, ¿será posible
que no recuerde ahora,
mientras abro los ojos,
cómo se titulaba la película
donde vi estas escenas?



Poema Tregua de María Rosal



Tregua para bañar el pensamiento, para lavarlo y perfumarlo, para raspar
la rémora de sargazos.
Tregua para quien bebe un vaso de vino y la nostalgia le obtura la gar-
ganta.
Tregua para quien pide amor y le dan una piedra de sílex.
Para quien se acuesta solo y confunde su olor con el cuerpo
de otro.
Tregua a los que han llevado a la plaza pública los diminutos
goces del esclavo.
Para quien cabalga una jornada y encuentra una fuente y el
agua es morada y sabe a besos.
Para quien tiene un arpa y la toca con los picos brunos de las
golondrinas.
Tregua para la llave que intenta penetrar la alacena tapiada.
Para quien pide un beso y le dan un estuche de saliva.
Para quien abandona el hogar y sostiene su pie en páramos de
viento.
Quien enciende una lumbre con los despojos del
amor que insiste.
Quien ha crecido entre rastrojos y planta un olivo y todavía
le asiste la esperanza.
Quien tiene la espalda plateada por el silicio amante de una
lengua ausente.
Tregua para la noche abierta a la decepción y al tedio.
Tregua para dios,
mientras se cambia de disfraz y está desnudo.



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