poemas vida obra u

Poema Un Poema Como Una Bala… de Julio E. Miranda



Un poema como una bala
no tiene nunca su eficacia
aunque logre imitar su silbido

Un poema como la lluvia
lo más que hace es dejarte
ridículamente mojado

Un poema como el amor
llega siempre demasiado pronto
o demasiado tarde

Escribirás de nuevo
un poema
como un poema



Poema Una Idea de Julio Cortázar



Una idea incandescente se me vino esta mañana
una antorcha que flameaba en lo alto de mi mente
pero sola y sin refuerzos talvez pierda la batalla
ya librada de hace tiempo por tu brillo y un cobarde

un cobarde que vacila entre el olvido y tras la nada
que vacila tras tus pasos y tu melódica mirada
que se pierde encandilado tras el grito de tus ojos
que se aturde enceguecido tras el brillo de tu nombre

que se esconde tras las letras de algún otro nombre
y aún así no se atreve a gritar de quien se esconde
que hace frente tan valiente a enredadas tempestades
y se escapa como un niño al descubrirse a tu lado

que amanece al medio día y se duerme al despedirte
que susurra tan potente y que grita tan despacio
que camina tan de prisa y con los ojos bien cerrados
sin valor por la cornisa que conduce a tu palacio

Una idea de coraje se me vino esta mañana
de sentarnos frente a frente y quitarme el camuflaje
de soplar mis emociones y transformarlas en palabras
en palabras que te expliquen como cae el agua helada

Una idea tan sublime como tantas que me diste
tan tardía y predecible como tantas he tenido
pero sola y sin refuerzos de valor y otros aliados
ha perdido la batalla
ya es de noche
ya te fuiste.



Poema Un Caballo Redondo… de Juan Sánchez Peláez



Un caballo redondo entra a
mi casa luego de dar muchas vueltas
en la pradera

un caballo pardote y borracho con
muchas manchas en la sombra
y con qué vozarrón, Dios mío.

Yo le dije: no vas a lamer mi mano,
estrella errante de las ánimas.

Y esto bastó. No lo vi más. Él
se había ido. Porque al
caballo no se le pueden nombrar
las ánimas ni siquiera lo que dura
un breve, vertiginoso relámpago.



Poema Un Tren En La Noche de Juan Ramón Mansilla



Hoy viaja mi pensamiento hacia ti
como un tren en la noche.
No dormía, se pasaba las horas
escuchando, disperso como brasa
aventada por todos los caminos
del mundo, con un nombre, un solo nombre
que llevarse a los labios.
A semejanza del viento, volvía
como un tren en la noche,
llamado por los rumores de un eco
cintilante aún entre sombras,
y de nuevo te traía a mi lado
invocando el verano a través del invierno.
Ha sido grato viajar contigo,
rodeado de penumbra y silencio,
salir limpio de tus ojos abiertos
como grandes ventanales al sur,
mirando como una casa encendida.
Y puesto que mi pensamiento viaja,
sea este poema que, ahora lo sé,
comenzó mucho antes de escribirlo,
quien lo lleve hacia ti. Veloz y cálido,
como un tren en la noche.



Poema Una Carta Rumbo A Gales de Juan Manuel Roca



Me pregunta usted dulce señora
Qué veo en estos días a este lado del mar.
Me habitan las calles de este país
Para usted desconocido,
Estas calles donde pasear es hacer un
Largo viaje por la llaga,
Donde ir a limpiar luz
Es llenarse los ojos de vendas y murmullos.

Me pregunta
Qué siento en estos días a este lado del mar.
Un alfileteo en el cuerpo,
La luz de un frenocomio
Que llega serena a entibiar
Las más profundas heridas
Nacidas de un poblado de días incoloros.

¿Y el sol?
El sol, un viejo drogo que ha lamido esas heridas.
Porque sabe usted , dulce señora,
Es este país una confusión de calles y heridas.
La entero a usted:
Aquí hay palmeras cantoras
Pero también hay hombres torturados.
Aquí hay cielos absolutamente desnudos
Y mujeres encorvadas al pedal de la Singer
Que hubieran podido llegar en su loco pedaleo
Hasta Java y Burdeos,
Hasta el Nepal y su pueblito de Gales,

Donde supongo que bebía sombras su querido Dylan Thomas.

Las mujeres de este país son capaces
De coserle un botón al viento,
De vestirlo de organista.

Aquí crecen la rabia y las orquídeas por parejo,
No sospecha usted lo que es un país
Como un viejo animal conservado
En los más variados alcoholes,
No sospecha usted lo que es vivir
Entre lunas de ayer, muertos y despojos.



Poema Used Words de Juan Luis Panero



Con palabras usadas,
gastadas por el tiempo y la costumbre,
cuyo último temblor ya no se siente.
Con palabras, como sueños, quemadas por la vida,
esta noche de lluvia hablo contigo,
trato de hablar al menos, ligeramente ebrio,
construyendo cada sílaba en el país de nunca jamás,
y sintiendo esa repentina lucidez
con la que, de pronto, rompemos la rutina de ser y conocemos,
sintiendo, digo, esa rara sensación, distante y desangrada,
del whisky, de la noche y el silencio,
de la entusiasta desesperación con que aceptamos la derrota,
de ese vértigo, a veces, sólo a veces, tuyo y mío,
donde morimos sonriendo con los ojos abiertos.
Sintiendo lo poco que es un beso al fondo de tu lengua,
o tus ojos mirándose en los míos,
o nuestras manos unidas en el aire,
recorriendo un museo de aceptados fracasos.
Desfilan, batallón desolado de fantasmas,
nombres y nombres con distinto eco.
Pretendemos, con abolidos rostros, fechas caducadas, ciudades imposibles,
contestar una vieja pregunta
cuya respuesta sólo la muerte ya conoce.
Años y años, voluntarios exilios de seres y países,
los hijos que no quise tener, los que tú sí tuviste,
el temblor del deseo que aún guardas en tu piel,
mi repetido navegar de cama en cama,
se reúnen y afirman su destino
frente a la ceremonia del amanecer.
Y todo lo sabemos y está escrito en tus ojos,
sin embargo hoy, este día con sol, -tan raro en Bogotá-
de finales de julio, de algún año cualquiera,
te propongo mi amor, sé que tú aceptarás,
con palabras usadas, te propongo mentirnos.
Pasada ya la noche, quietos frente al espejo,
mientras yo me afeito y tú pintas tus labios,
te propongo mi amor, decir que nos queremos.
Decir -y son tan sólo ejemplos- «hoy existe la vida por nosotros»
o «tú no te morirás nunca»
o, tal vez, «aún hay noches y noches que esperan
nuestros brazos, ese especial calor de dormir abrazados».
Olvidando, tratando de olvidar nuestro pasado,
ignorando el futuro, sin duda inalcanzable,
con palabras gastadas, decir y repetir
-es otro ejemplo- «gracias mi amor por haber existido».
Al menos por un rato -a nadie molestamos-
con palabras usadas mentirnos y mentirnos,
mentirnos contra el tiempo, despreciar su victoria.

Envío:
Te dejo este poema
confuso, absurdo, largo,
para que tú lo tengas como un pañuelo viejo
a los pies de tu cama, para que tú la tengas,
y un día te lo encuentres, confuso, absurdo, largo,
un día como éste -cuando ya no estaremos-
y recuerdes, debajo de la ducha,
que alguna vez te quise -mentiras y mentiras-
que alguna vez te quise -era un día de julio-
con palabras usadas, como un disco rayado,
que recuerdes, mi amor, esta letra de tango.

«Desapariciones y fracasos» 1978



Poema Un Viejo En Venecia de Juan Luis Panero



En Venecia, viejo y envejecido, casi mudo,
rodeado de libros, de soledad, de gatos,
el poeta Ezra Pound,
habló, en un breve, muy breve encuentro con Grazia Livi.
Le comentó, sin autocompasión y sin desprecio,
secamente, con voz entrecortada:
«Al final pienso que no sé nada.
No tengo nada que decir, nada».
Si después de tan alto ejemplo, de tan clara sentencia,
aún sigo escribiendo, arañando palabras en el humo,
no es, que la muerte me libre,
por bastardo interés o absurda vanidad,
sino tan sólo por una simple razón,
porque no conozco otro medio, a excepción del suicidio,
-innecesario es un poema como un cadáver-
para dar testimonio de nada a nadie,
del mundo que contemplo, de esta vida,
de su horror gastado y cotidiano.
Que el viejo Pound, desde su tumba,
me perdone por unir su nombre
a estas sórdidas palabras desesperadas.

«Testamento del naúfrago» 1983



Poema Un Êtranger de Juan Luis Panero



Produce cierta melancolía,
una tristeza decadente -literaria sin duda-
como algunas canciones de entreguerras
o páginas perdidas de Drieu La Rochelle,
ver a un hombre solo, apartado y distante,
en la barra de un bar con decorado internacional.
En esa imprecisa edad, tan imprecisa como la luz del ambiente,
en que ya no es joven ni viejo todavía
pero lleva en sus ojos marcada su derrota
cuando con estudiado gesto enciende un cigarrillo.
Las muchas canas y las muchas camas,
un indudable estómago que la camisa inglesa apenas disimula,
el temblor, no demasiado visible, de su mano en un vaso,
son parte del naufragio, resaca de la vida.
Un hombre que espera ¿quién sabe qué?
y aspirando el humo, mira con declarada indiferencia
las botellas enfrente, los rostros que un espejo refleja,
todo con la especial irrealidad de una fotografía.
y es aún, algo más triste, un hondo suspiro reprimido,
ver al fondo del vaso -caleidoscopio mágico-
que ese hombre eres tú irremediablemente.
No queda entonces sino una sonrisa: escéptica y lejana,
-aprendida muy pronto y útil años después-
de un largo trago acabar la bebida,
pagar la cuenta mientras pides un taxi
y decirte adiós con palabras banales.

«Antes que llegue la noche» 1985



Poema Un Año Después De Ya No Verte de Juan Luis Panero



Éste es el corrido del caballo blanco
que en un día domingo feliz arrancara.

José Alfredo Jiménez

Olor de solitario y soledad, cama deshecha,
cegados ceniceros en esta tarde de domingo,
helado soplo de noviembre en el cristal
y un vaso medio lleno de cansancio.
Te escribo por hacer algo más inútil aún
que pensar en silencio o imaginar tu voz,
o escuchar una música herida de recuerdos
o pedir al teléfono un absurdo milagro.
?Éste es el corrido del caballo blanco
que en un día domingo feliz arrancara?.
Éste es el corrido, pero nadie canta,
y un muerto con mi nombre, vestido con mis trajes,
me saluda y observa por los cuartos vacíos,
me mira en la distancia como si fuera un niño
y acaricia en sus dedos un rastro de ternura.
Sobre su frente inmóvil va cayendo tu nombre
y humedece sus labios una lluvia perdida.
Olor de soledad y humo de aniversario
mientras busco, dolorosamente trato de recordar
tus ojos insomnes con su vaho de mendigo,
devorando su luz, ahogando su locura.
Tus dos ojos como picos de presa que se clavan
y rasgan y desgarran la piel de nuestro amor.
Soplo de embriagado recuerdo, agria melancolía,
rescoldo que tu lengua aún enciende
en estas horas de strip-tease solitario
en que celebro en tu derrota todas las derrotas.
Un año después y tu pelo, tu largo pelo
ardiendo desbocado entre mis manos,
clavado para siempre en esta almohada,
recorriendo esta casa, sus rincones y puertas
como un viento insaciable que buscase su fin.
Un año después de ya no verte,
definitivamente talando en tu memoria,
qué real sigues siendo, qué difícil herirte.
La sosegada certidumbre de esta mesa en que escribo
puede tener la pasión estremecida de tu piel
y la ropa que el sillón desordena
puede ahora ocultar el temblor de tus pechos.
Sobre tu seco abierto y tus muslos de arena,
sobre tus manos ciegas que persiguen la noche,
qué triste es el cuchillo, qué aciaga la hoja.
Un muerto con mi nombre y mis uñas mordidas,
un cadáver grotesco, me dicta estas palabras,
me señala en los cuadros, en la pared manchada,
el destino de hoy, de este día cualquiera,
al borde de mi vida, al borde del invierno,
al borde de otro año que empieza con tu ausencia,
al borde de mis ojos y tu voz que ahora escucho.
Un año después de ya no verte,
mientras te escribo, odiando hasta la tinta,
en esta tarde de noviembre, olor de solitario y soledad,
helado soplo en el cristal vacío. Un muerto.



Poema Una Mujer Y Un Hombre de Juan Gelman



Una mujer y un hombre llevados por la vida,
una mujer y un hombre cara a cara
habitan en la noche, desbordan por sus manos,
se oyen subir libres en la sombra,
sus cabezas descansan en una bella infancia
que ellos crearon juntos, plena de sol, de luz,
una mujer y un hombre atados por sus labios
llenan la noche lenta con toda su memoria,
una mujer y un hombre más bellos en el otro
ocupan su lugar en la tierra.



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