poemas vida obra v

Poema Visa Para Qué de Gonzalo Rojas



La radiografía acusa animal rítmico, longevo
irremediable. Adiós
fanfarria y no es que estemos
a salvo pasado el peligro del dos mil:
el argumento de las células es otro, el
espejo es el mismo pero vamos a ver la cara,
la nariz, la perversión de la cara,
los ojos encaramados ahí.

Ni el Borges
con todo lo loco.



Poema Voces de Gonzalo Osses A Vilches



Escribe pobre engendro Nerudiano,
pero esta noche no escribas los versos más tristes,
escribe de una vez las rimas más alegres,
pero escríbelas tú ¡No se las copies a Bécquer!

Escribe, maldito amante despreciado,
escribe algo puro, que no se refleje tu alma,
cántale a tu sombra que es lo único que amas
y entierra ese pasado horrible, tan lleno de pecados.

Escribe, peón marchito y trastornado

Escribe hasta que sangres por las manos
y cántate a ti mismo, como lo hizo el gringo loco,
escribe, aunque el sol esté saliendo, no lo mires cierra las ventanas,
no lo sientas, baja las cortinas y persianas…

¡Escribe! ¡Escribe! ¡Escribe!

Para que cuando tú mueras, pueda yo seguir viviendo.



Poema Vamos A Ver de Gloria Fuertes



Vamos a ver si es cierto que Le amamos,
vamos a mirarnos por dentro un poco.

¡Hay cosas colgadas que a El le lastiman,
freguemos el suelo y abramos las puertas!,
e salgan las lagartijas y entren las luces.

Borremos los nombres de la lista negra,
coloquemos a nuestros enemigos encima de la cómoda,
invitémosles a sopa.

Toquemos las flautas de los tontos, de los sencillos,
que Dios se encuentre a gusto si baja.



Poema Vigilia de Giovanni Quessep



Pasos en el jardín. El vigilante
golpea la corteza del manzano
y hay pájaros que huyen, quedan otros
enjaulados en tiempo y luz de plata.
Fábulas no me encanten; velar quiero
mis armas esta noche o adentrarme
por el jardín y oír bajo mis pasos
los tréboles que guardan en el polvo
las maravillas de la blanca torre.
Debajo del manzano ya mi lado
una mujer hojea un viejo libro:
Demonios hay en torno y una fuente
refleja un ciervo, un tigre de Bengala.
Los pasos van y vienen y no saben
quién es el vigilante, el vigilado.



Poema Vila-vila de Giovanna Pollarolo



A veces se asola, dijo la mujer.
¿Asola? pregunto.
Desaparece, se corrige sonriendo.
Acá decimos asola
cuando las lanchas regresan vacías del mar.
¡Ah! Se asola. Se asola.
Y pienso en él.
Y pienso en mí.



Poema Viento de Gilberto Owen



Recuerdo el paraje del aire donde se guardan las cartas perdidas, las palabras que decimos, cuando pasa un tren, seguros de no ser oídos, y los globos de colores que el cielo va deshaciendo, bolas de caramelo cada vez más pequeñas, hasta ser sólo un punto en su boca azul, y luego nada, sino el llanto abajo, de los niños a quienes se escaparon.

Así Babá llega todas las mañanas a guardar ahí su botín; por la noche, cuando baja a la tierra y al mar, vigila su retrato, que es sólo un ventilador eléctrico. Sin el espantapájaros este las cosas echarían a volar.

También recuerdo una gruta submarina en cuyo hueco se había quedado prisionero, para siempre, un poco de viento. Con los años había enmudecido y estaba paralítico. Entre las rejas de algas se asomaban los peces chicos, enseñándole la lengua, y cuando el viento jugaba afuera, a la tormenta, el agua se vengaba oprimiéndolo para ahogarlo; crujía tremendamente la carne inasible, y en vano se defendía hundiéndole al agua balas de burbujas.

Y recuerdo también esa hora del sueño donde se esconden los hechos que la vida desdeña. Yo pasaba todas las noches, y arrancab a hurtadillas algunas imágenes. Como el sol me las borraba, empecé a guardarlas en un libro de versos. Pero ahí estaban más muertas todavía.



Poema Villancico de Gil Vicente



Cuando la virgen bendita
lo parió,
todo el mundo lo sintió.

Los coros angelicales
todos cantan nueva gloria;
los tres reyes, la vitoria
de las almas humanales.

En las tierras principales
se sonó
cuando nuestro Dios nasció.



Poema Valle Vallejo de Gerardo Diego



Albert Samain diría Vallejo dice
Gerardo Diego enmudecido dirá mañana
y por una sola vez Piedra de estupor
y madera dulce de establo querido amigo
hermano en la persecución gemela de los
sombreros desprendidos por la velocidad de los astros

Piedra de estupor y madera noble de establo
constituyen tu temeraria materia prima
anterior a los decretos del péndulo y a la
creación secular de las golondrinas
Naciste en un cementerio de palabras
una noche en que los esqueletos de todos los verbos intransitivos
proclamaban la huelga del te quiero para siempre siempre siempre
una noche en que la luna lloraba y reía y lloraba
y volvía a reír y a llorar
jugándose a sí misma a cara o cruz
Y salió cara y tú viviste entre nosotros

Desde aquella noche muchas palabras apenas nacidas fallecieron repentinamente
tales como Caricia Quizás Categoría Cuñado Cataclismo
Y otras nunca jamás oídas se alumbraron sobre la tierra,
así como Madre Mira Moribundo Melquisedec Milagro
y todas las terminadas en un rabo inocente

Vallejo tú vives rodeado de pájaros a gatas
en un mundo que está muerto requetemuerto y podrido
Vives tú con tus palabras muertas y vivas
Y gracias a que tú vives nosotros desahuciados acertamos a levantar los párpados
para ver el mundo tu mundo con la mula y
el hombre guillermosceundario y la tiernísima niña y
los cuchillos que duelen en el paladar
Porque el mundo existe y tú existes y nosotros probablemente
terminaremos por existir
si tú te empeñas y cantas y voceas
en tu valiente valle Vallejo



Poema Vísceras Sin Sueño de Genaro Ortega Gutiérrez



Puestos a desmitificar
los elementos románticos que acompañaron
aquella pequeña historia,
deberías obligarte a vaciar de recuerdos
las calles sombreadas por la lluvia
y el cansancio.
Libre al fin
de la tarea harto fatigosa
de encajar perfectamente en los axiomas aprendidos,
sometido al número siete,
palpita muy cálido el corazón.



Poema Vida Íntima De La Pleura de Genaro Ortega Gutiérrez



Obligados a abandonar
muchos sueños ya rotos para siempre,
con rotunda claridad,
velan los ojos.
Prácticamente
sólo se ha quedado la playa con un catálogo
de aves y castillos,
por el que la lluvia estaría
encantada de ofrecer una considerable recompensa.
Por lo más hondo de su descampado tímido,
de condición angelical,
extiende su cortina el sol,
que por momentos dobla meticulosa y efímera
eternidad.



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