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Poema Variaciones Sobre Una Mujtathth De Al-sharif Al-radi de Hugo Gutiérrez Vega



Pasaré la noche con el inmenso desierto
que hay en mí y el estar contigo
.

I

Hay una extensión cercada por el cielo,
una inmensa planicie descubierta por la luna,
un campo de flores pálidas
sitiadas por su propio perfume,
una casa en el bosque de los grandes abetos de la noche,
un camino entre los pinos,
el otoño de planetas cercanos,
el lago de orillas blanquísimas,
el violeta tenue en la madrugada del mar,
la pulpa entregada de un fruto
que sobrepasa la medida de la mano,
la noche de la selva,
la madrugada de la altiplanicie
y el corazón de todos los niños de la tierra.
Todo eso, Al-Sharif, todo eso
y ?pasaré la noche con el inmenso desierto
que hay entre mí y el estar contigo?.

II

Esta lejana gloria de Al-Andalus,
lejana la tarde de las montañas de Córdoba.
Colocamos todos nuestros bienes,
un puñado de cosas entrañables,
sobre la frágil estructura
que levantan los hombres en la tierra.
Todo está tan lejano, Al-Sharif.
Queda este enorme cansancio,
la débil certeza de no saber nada,
de no querer ya nada,
de conformarnos con esta tarde en la playa
y con los ojos pálidos del mar,
los que no ven,
los hechos para ser contemplados.

III

Era el tiempo en que se nos abría el paraíso
en todos los minutos del día.
Días de minutos largos
de palabras recién conocidas.
El ojo de la magia les daba una iluminación irrepetible.
Y sucedió después que el paraíso era un engaño de la luz,
que a los amigos les bastaba un segundo para morirse,
que los amores llevaban dentro una almendra agria.

En la noche el paraíso sigue abriendo su rendija,
un fantasma de la luz,
el que hace que los amigos estén siempre aquí,
que los amores se conformen con su almendra agria,
que el corazón no rompa a aullar en la montaña.

IV

Esa noche escuchamos el graznido de los cuervos del destino presagiando la partida.
Esa noche que, aunque siendo de verano, nos impidió pasar las horas en el terrado escuchando la voz del poeta joven.
Esa noche los lobos anduvieron cerca de la casa y al inicio de la madrugada las flechas sombrías se clavaron en la puerta.
Se escuchó el gemido de las gacelas perseguidas por la sombra y se agrió la leche en los pechos de las madres.
Rodearon los presagios el lecho de la madrugada y el nuevo día nació llorando.
El viento dijo que la separación se acercaba a la puerta.
Los cuervos no graznaron en vano:
antes que el sol descubriera una pequeña parte de su rostro la casa quedó vacía.
Desde el terrado te vi correr hacia la montaña. Ser fue perdiendo la música de tus ajorcas.

Ahora la pena ocupa nuestro lecho.

Cómo encontrar reposo durmiendo sobre los guijarros de la soledad no deseada.

Cómo vivir con la certidumbre de que la ausencia ha puesto sitio a nuestra casa ya en sombra.



Poema Van Madurando Aquellos Viejos Días de José María Valverde



Van madurando aquellos viejos días
que me aleja el silencio y el reposo;
va fermentando el más querido poso
en mis bodegas quietas y sombrías.

Ya son carne las muertas horas mías,
ya me aploma su apoyo nebuloso
y en la boca las siento, con untuoso
regusto de primeras poesías.

Madurar es sentir en la mirada
un aire, espeso y dulce como un vino,
que eterniza en su niebla lo fluyente.

Y es entreoír la voz llana y velada
del conocido pájaro divino
en la jaula del pecho, nuevamente.

Publicado en Entregas de poesía n° 14 1945



Poema Voz Del Retorno de María Eugenia Vaz Ferreira



Nada le queda al náufrago; ya nada: ni siquiera
la dulce remembranza de un viejo sueño vano,
ni la marchita y frágil ala de una quimera
que al estrecharse deja su polvo entre la mano.
La media noche es tarde y el alba fue temprano,
y el orgulloso día le dijo al sol: “Espera”;
quien sin besarla aspira la flor de Primavera,
pasa como una sombra por el jardín humano.

Violetas de los prados en el solar fragante,
rosas de los pensiles rojas y perfumadas
que al pasajero abrieron su misterioso broche;
el náufrago retorna como una sombra errante,
sin una sola estrella de flámulas doradas
con que alumbrar el fondo de su infinita noche.



Poema Ventanas de Juan Ramón Mansilla



Carnales tras las últimas casas, ebrias
a las tres en un bar, errantes
en la marcha de un tren.
Quizá alguien busque un petirrojo
en la enramada, huellas en el barro,
lugares más allá de la distancia.
Alguien con otra forma de mirar,
otro fondo de escena y la misma sospecha
de estar equivocado mientras la noche
cae y se enciende una luz
dejándonos indeciblemente solos.



Poema Vincent de Esteban Charpentier



Pese a los límites que le impusieron,
después de tanta imagen, tanto arcoiris,
algo de luz se escaparía al fin
de las pupilas permanentes, cóncavas,
de los pastores y labriegos.
Ciento diez girasoles
orientaron sus voces
hacia el grito del sol
espapado en lágrimas
y ellos también lloraron al pintor
mucho antes de quedarse ciegos.
En las olas de savia
que trajeron los vientos,
en sus mares azules y naranjas
fluyeron apacibles, transparentes,
latidos de pinceles,
de manos que danzaron y olvidaron
su amanecer d epaja en los sombreros
y un nombre en el que permanecen
libres.



Poema Virgo de Luz Méndez De La Vega



Nada tengo que borrar
ni palabras
ni huellas
ni recuerdos.

No tengo que negar
las escondidas entregas
que grabaron nombres
en mi cuerpo.

(Espejismos frágiles
donde refugié
angustias,
no tengo que borrarlos)

Clara y fresca
presencia del amor
que busqué afanosa
fue limpio tránsito,

y, como la primera vez,
al encontrarte,
nítida broté:
agua de manantial jamás tocada.



Poema Viven En Nosotros Innúmeros de Fernando Pessoa



Viven en nosotros innúmeros;
Si pienso o siento, ignoro
Quien es que piensa o siente.
Soy tan sólo el lugar
Donde se siente o piensa.

Tengo más almas que una.
Hay más yos que yo mismo.
No obstante, existo.
Indiferente a todos.
Los hago callar: yo hablo.

Los impulsos cruzados
De cuanto siento o no siento
Disputan en quien soy.
Los ignoro. Nada dictan
A quien me sé: yo escribo.

(Traducción: José Antonio Llardent)



Poema Vientre de Tomás Segovia



La pobre carne inocente,
dulce montón de tibieza
y ciega orfandad, se siente,
tras la elástica corteza
de la piel, cómo responde
al llamado. Porque esconde
en su entraña agradecida
de construida blandura
toda la rica hermosura
de un destino de vencida.



Poema Viernes 18 de Otoniel Guevara



Cierro el tema de tu falta de existencia.
Abro, en cambio, los libros, la tarde, las piernas
de tu mejor amiga. No acepto adjetivos para esto.
Simplemente me voy quedando solo, lo que me rodea lo hace
con el claro propósito de abandonarme, de asfixiarme
con mi propia sangre, de llevarse mi aire, mis besos, mi piel
y mis cordales lo más triste posible de donde yo navego, de
donde
vos amás, de donde ya no soy más que el miserable
que lo haperdido todo para poder sentarse
en un ladrillo lleno de musgo a escribir tu nombre
que maldigo, a dibujar
tu cuerpo que con rabia deseo.
Y a borrar. Borrar y borrar con las manos paralizadas
por el dolor. Borrar con las uñas, con el sueño, con la nada.
Borrarte con todas mis erecciones.

Es posible que vuelva a ver la luz, pero ahora
ya amo las sobmras y se me antoja que la noche es tu sexo
y ya no quiero salir de ella, de él, de ya no sé qué hacer.

Noviembre de 1994



Poema Venid de Gottfried Benn



Venid y conversemos,
quien habla no está muerto,
mas se agitan ya llamas
junto a nuestra penuria.

Venid, «azul» digamos;
venid, digamos «rojo»,
oímos, escuchamos, miramos,
quien habla no está muerto.

Tú solo en tu desierto,
en el espanto de tu Gobi –
te vuelves solitario, sin un busto,
sin nadie a quien hablar y sin mujeres,

y cerca del rompiente
tú conoces la barca,
débil y vacilante; –
venid, moved los labios,
quien habla no está muerto.

Versión de Eustaquio Barjau



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