poemas vida obra washington benavides

Poema El Jugador de Washington Benavides



supo jugar el ajedrez con el Diablo
sin abandonarle jamás ninguna
pieza grande.
Sir Thomas Browne

Necesito saber (Fausto, Sir Thomas)
sin influencias de Madona Luna;
sin la alquímica busca de fortuna;
sin salamandra o piedra en las redomas;

Esta hoja verde, el hueso recubierto
de fina piel y carnes deleitosas;
el grito desolado en aquel huerto:
¿sólo negras simientes de las fosas?

¿Es la Naturaleza el artificio
de Dios? ¿Y es ésta luz sólo su sombra?
¿Una entrega absoluta es fino vicio;

y qué del cátaro, del albigense?
He jugado con el que nadie nombra
y entablamos. ¿Quién vence, nos convence?

De «Poesía» 1959-1962



Poema El Corazón En Re Menor de Washington Benavides



Pensando en vos,
amigo-amigo, tengo
el corazón en re-menor…

Y guitarras se vuelven,
cables, antenas, ramas,
en el mundo exterior…

Una milonga suena
en tu voz tenebrosa
y le nace una rosa
a la mísera antena…

Canta una vidalita
la medianoche tensa
y el mundo entero grita
por esa voz inmensa…

Pensando en vos,
amigo-amigo, tengo
el corazón en re-menor…

Las hojas de los plátanos
susurran tus canciones
en el mundo exterior…

Un candombe entristece
lonjas de la Cuareim…
Un “lundu” lastimero
pregunta por “meu bem”…

Un pajarito ciego
canta hacia donde nace
el sol, el sol de todos,
cantando se deshace…

Pensando en vos,
hermano-hermano, tengo
el corazón en re-menor…

Y guitarras antiguas
trabajan en mis venas
en el mundo interior…

Pensando en vos…

De «Poesía» 1959-1962



Poema Diferencias de Washington Benavides



vamos a escuchar las voces
sus diferencias
a oír
ponga el jilguero lo suyo
y el pirincho lo haga así

pero vamos a entendemos

que lo que quiero decir
no es opinión sobre gustos
dura tarea
o feliz
como un borracho que muere
ahogándose en un barril

yo vengo de un fondo viejo
con Berceo a la nariz
y endulzó la villanesca
el agrio son del país,

pero un puente de guitarra
fue lo que me trajo a mí

por eso no se sorprendan
si contrapuntean aquí
la guitarra de Gabino
y el arpa del rey David.

De «Las milongas» 1965



Poema Cuando Se Vive Al Borde de Washington Benavides



Cuando se vive al borde
de una ciudad de conmovidas piedras-
a la que obviaron un destino
de naufragio y ceguera
y el invierno -que agobia oscuramente-
es la pared de su verdín cubierta,
no es fácil Garcilaso
ni la Egloga;

-aún el helado visitante filtra
su humor entre las piedras-
mírenlo -alumnos de poesía- y miren
el vaticinio de las quemas…

No es fácil ver
ando la calle llega
con sus volados árboles y muros
y entre hojas y lágrimas nos ciega.
Ni enviar un ramo de palabras tristes
cuando la carta obstina
en barajar sus fechas…

De «Poemas de la ciega» 1968



Poema Confusa Exaltación Y Representación De La Dama de Washington Benavides



a Nené

-«Estás igual..» No. -Claro que envejeces;
-horrible fuera: sola y detenida,
mientras brotan y siegan a las mieses,
y el tren se va y el corazón trepida…

«Si universo y si tiempo nos sobrara…»
-Lo dijo Marvell- en un nomeolvides
si «La púdica amada» titubeara…
Ronsard lo reiteró y hoy Benavides.

No temo por la pérdida segura
de aquella perfección, de aquella cara,
porque no es eso lo que al fin perdura.

Old Ezra bien lo supo. Rememoro
su lección (aunque tiemblo al deterioro):
«Si universo y si tiempo nos sobrara»…

De «Poesía» 1959-1962



Poema Canción De Los Lentes de Washington Benavides



El poeta envejece.
No ve la línea,
la delgada silueta
que, antes, veía.
La escritura le baila
una polkita;
se le van los matices,
las golondrinas.
Pero se puso lentes
y oh maravilla
se dibujaron netas
las golondrinas.
Apareció de nuevo,
-la delgadiña-
aquella del romance,
palabra limpia…
Los tipos de su máquina
la tinta china
por más que los limpiaba
no aparecían…
Se arrimaba a la hoja
cuanto podía,
su nariz borroneaba
la letra fina…
Pero se puso lentes
y oh maravilla
volvieron las «corrientes»
las «cristalinas»…
Y releyó a Pessoa
y a Carlos Williams
y anduvo con Sabines
por la cornisa…
Ahora es un «cuatrojos»
es un «lenteja »
pero ve lo que escribe
y lo que piensa.

De «Finisterre» 1986



Poema Anda Un Amigo de Washington Benavides



Anda un amigo en medio de la noche.
Han cerrado los bares. Las persianas
de acero bajaron con estrépito. Los gatos
deslizan apetitos. Anda la luna
por ahí, velada. Pasan coches y luces;
sobreviene, después, un silencio
que mueve la plantita en la cornisa;
silencio que hace un chambelán
de un grillo -del canto de ese grillo-.
Anda un amigo en medio de la noche.
No lo conozco. Y él no me conoce.
Andamos cerca o lejos, nos cruzamos
-acaso- en una calle. Compartimos
un ómnibus, un cine, un banco de una plaza.
Anda un amigo y ando yo que soy amigo
de ese hombre. En órbitas distintas
-nunca ajenas-. Pero vamos a hallarnos.

En medio de la noche o con la aurora
de rosados dedos, vamos a hallarnos.
Y tenemos que estar preparados a ese encuentro.
Por ahora, susurra el viento oscuro,
graznan letreros viejos y el grillo mete lima.
Ya no pasan los coches. Pasan restos de diarios
y un cartel liberado zapateando en el polvo.
Estoy seguro. Nos encontraremos.

De «Murciélagos» 1981



Poema El Hombre De La Máscara De Hierro de Washington Benavides



Te vuela el alma o esa cosa que decimos:
el alma. Y tienes alas y aprendiste a volar.
Centellas de tus brazos o poemas
alzan al cielo ?adiós, adiós la tierra- la blanca catedral.

Un andamiaje de álamos nocturnos;
vas, en una calesa hasta el túnel lunar;
te vuela la camisa con el alma, y tu pecho
es todo el cielo, y una segunda realidad
-a la que se despierta en la vigilia-
te abre sus puertas.
Y cuando vas a entrar
hallas al hombre de la máscara de hierro
hallas al hombre de la máscara de hierro
hallas al hombre de la máscara de hierro
hallas al hombre de la máscara de hierro?



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