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Poema Ya De Gliceris La Mirada Ardiente de Manuel Jose Othon



Ya de Gliceris la mirada ardiente,
de las blondas pestañas bajo el manto,
hizo latir tu corazón, y en tanto
probaste el agua en la Castalia fuente.

Viste bañarse en la húmeda corriente
faunos y ninfas con divino encanto
y en el triclinio resonó tu canto,
coronada de pámpanos tu frente.

Al acre jugo de las vides nuevas
en ánfora pagana mezcla ahora
sangre de Pan y leche de Afrodita.

Verás qué versos en el canto elevas,
pues ya en tu flauta rústica y sonora
la divina Alma Genitritx palpita.



Poema Y No Sabré Decirte de Manuel Jose Othon



Irás por el camino gloriosamente quieta
glosando los perfumes y las cadencias todas,
y en torno de tus ojos lucirá la violeta
y en tu traje la nieve….así como en las bodas.

Te besarán las trenzas los hombros soberanos,
los hombros escultóricos de mármoles morenos,
y un beso de crepúsculo habrá sobre tus manos,
y una eclosión de rosas habrá sobre tus senos.

Tus labios milagrosos dirán romanzas nuevas
-asombro de los pájaros y amor de los caminos-
y el viento jovialmente dirá: ¿Por qué te llevas
todo lo que de dulce conservo de los trinos?

La fiesta de los campos será, por ti, completa:
las voces del arroyo serán, por ti, de plata;
y el cielo habrá de darte su lírica paleta
bañándote en sus tintas como una catarata.

Y al ver cómo te nimbas de luz y palideces
vestida con el traje de gala de las flores;
y al ver tus verdes ojos, y al ver que resplandeces
bajo la insigne llama del sol de los amores;

y al dejo de fragancias que dejen tus aromas,
y al ver que recibirte me apresto en el sendero…
habrá sobre las almas un vuelo de palomas…
¡y no sabré decirte lo mucho que te quiero!



Poema Yo, Solitario En La Sombra de Manuel Felipe Rugeles



Siempre al caer de la tarde.

Yo, solitario en la sombra,

mirando el final del valle.

Oyendo la voz del río

que jamás cambia de cauce.

Yo, solitario en la sombra,

sintiéndome otra vez niño,

volviendo a ser el de antes.

Un aro azul distendido,

que va enredando el paisaje.

Un globo en el infinito

del espacio inenarrable.

Yo, solitario en la sombra,

no sé si acaso perdido

y sin volver a encontrarme.

Oyendo el agua del río,

mirando el final del valle.

Olvidando a algún amigo,

sin despedir los que parten.

Yo, solitario en la sombra,

por fin un desconocido.

Uno más. Un habitante.

Para creerme lo mismo

y pensar solo en el aire.

El valle es de oros tranquilos

siempre al caer de la tarde.



Poema Ya Verás de Manuel Acuna



DOLORA
(IMITACIÓN)

Goza, goza, niña pura,
Mientras en la infancia estás;
Goza, goza esa ventura
Que dura lo que una rosa.
?¿Qué?, ¿tan poco es lo que dura?
?Ya verás niña graciosa,
ya verás.

Hoy es un vergel risueño
La senda por donde vas;
Pero mañana, mi dueño,
Verás abrojos en ella.
?¿Pues qué?, ¿sus flores son sueño?
?Sueño nada más, mi bella,
Ya verás.

Hoy el carmín y la grana
Coloran tu linda faz;
Pero ya verás mañana
Que el llanto sobre ella corra…
?¿Qué?, ¿los borra cuando mana?
?Ya verás cómo los borra,
ya verás.

Y goza mi tierna Elmira,
Mientras disfruta de paz;
Delira, niña, delira
Con un amor que no existe
¿Pues qué?, ¿el amor es mentira?
?Y una mentira muy triste,
Ya verás.

Hoy ves la dicha delante
Y ves la dicha detrás;
Pero esa estrella brillante
Vive y dura lo que el viento.
?¿Qué?, ¿nada más dura un instante?
?Sí, nada más un momento,
ya verás.

Y así, no llores mi encanto,
Que más tarde llorarás;
Mira que el pesar es tanto,
Que hasta el llanto dura poco.
?¿Tampoco es eterno el llanto?
?¡Tampoco, niña, tampoco,
ya verás!



Poema Ya Sé Por Qué Es de Manuel Acuna



DOLORA

A Elmira

Era muy niña María,
todavía,
cuando me dijo una vez:
?Oye, ¿por qué se sonríen
las flores tan dulcemente,
cuando las besa el ambiente
sobre su aromada tez?
?Ya lo sabrás más delante
niña amante,
le contesté yo, y una mañana,
la niña pura y hermosa,
al entreabrir una rosa
me dijo: ?¡Ya sé por qué es!

Y la graciosa criatura
blanca y pura
se ruborizó y después,
ligera como las aves
que cruzan por la campiña,
corrió hacia el bosque la niña
diciendo: ?¡Ya sé por qué es!?
y yo la seguí jadeante,
palpitante
de ternura y de interés,
y… oí un beso ducle y blando,
que fue a perderse en lo espeso,
diciendo: ?¡Ya sé por qué es!

Era muy joven María,
todavía
cuando me dijo una vez;
?Oye, ¿por qué la azucena
se abate y llora marchita
cuando el aura no la agita
ni besa su blanca tez?
?Ya lo sabrás mas delante,
niña amante?,
le contesté yo… ¡después!
Y más tarde ¡ay! una noche,
la joven de angustia llena,
al ver triste a una azucena,
me dijo: ?¡Ya sé por qué es!

Y ahogando un suspiro ardiente,
la inocente
me vio llorando… y después,
corrió al bosque, y en el bosque
esperó mucho la bella,
y al fin… se oyó una querella
diciendo: ?¡Ya sé por qué es!?.
Era muy linda María,
todavía,
cuando me dijo una vez:
?Oye, ¿Por qué se sonríe
el niño en la sepultura,
con una risa tan pura,
con tan dulce sencillez?
?Ya lo sabrás más delante
niña amante,?
le contesté yo… ¡después!

Y… murió la pobre niña,
y en vez de llorar, sonriendo,
voló hacia el azul diciendo,
?¡Ya sé por qué es!

Ya lo ves mi hermosa Elmira,
quien delira
sufre mucho, ¡ya lo ves!
Y así, ilusiones y encanto,
ni acaricies ni mantengas,
para que, al llorar, no tengas
que decir:
?¡Ya sé por qué es!



Poema Yo Soy La Amada de Luzmaría Jiménez Faro



Yo soy la amada, amante, soy la amada:
voy andando las horas que separan
mi cuerpo de tu cuerpo
y restañando las frágiles heridas
de huellas que volaron con tu nombre.

Yo soy la amada, amante, soy la amada:
la que brotó salvaje entre tu trigo
y lo tiñó de púrpura,
la que sin darse cuenta
iluminó de pronto tu paisaje,
la que acudió a tu llanto
y en su aljibe
atesoró tus lágrimas.

Yo soy la amada, amante, soy la amada:
la que en silencio mira.
La que te espera.
La que teje sus sueños con tu vida.



Poema Y Nos Llegó La Hora… de Luzmaría Jiménez Faro



Y nos llegó la hora de bailar. La música caía como
lluvia agitada y un mar en nuestros muslos acentuaba
el vértigo. Llegó la savia nueva con un ritmo de trópicos
y germinó en la piel. Olvidamos la sarga y la estameña
y nos cubrimos ágiles con la encendida pulpa del
tamarindo.



Poema Y Escribir Tu Silencio Sobre El Agua de Luis Rosales



Sólo florece el agua que está queda
MIGUEL DE UNAMUNO

No sé si es sombra en el cristal, si es sólo
calor que empaña un brillo; nadie sabe
si es de vuelo este pájaro o de llanto;
nadie le oprime con su mano, nunca
le he sentido latir, y está cayendo
como sombra de lluvia, dentro y dulce,
del bosque de la sangre, hasta dejarla
casi acuñada y vegetal, tranquila.
No sé, siempre es así, tu voz me llega
como el aire de Marzo en un espejo,
como el paso que mueve una cortina
detrás de la mirada; ya me siento
oscuro y casi andado; no sé cómo
voy a llegar, buscándote, hasta el centro
de nuestro corazón, y allí decirte,
madre, que yo he de hacer en tanto viva,
que no te quedes huérfana de hijo,
que no te quedes sola allá en tu cielo,
que no te falte yo como me faltas.



Poema Y Mirarse A Los Ojos de Luis García Montero



Han pasado los vientos
y mirarse a los ojos no es sencillo.

Vivir esta ciudad
es pisar un jardín de tachaduras,
la presencia infectada de lo que ya no existe,
de lo que fue recinto del invierno
o refugio del sol,
teatro de las lluvias y de los conocidos.

Recorrer la memoria de las habitaciones
es provocar la niebla del interrogatorio.
Y no deben hablar, pero se anulan
en un silencio turbio
que delata el pasado de las sombras pacíficas,
los cristales hirientes por donde pisa el orden,
las botellas guardadas en mensajes vacíos.

Porque apago las horas
con el interruptor de los olvidos
y retumban los pasos en el sótano.
Imagínate tú, la habitación,
las llaves en la puerta,
los tacones que cruzan el pasillo,
la cremallera seca
y el cuerpo que no ofrece libertad,
sino cansancio,
calor de más, excusas previsibles.
Así llegan los sueños,
mártires descentrados de un corazón maniático.

Han pasado las leyes del honor y la vida,
las mejoros palabras,
y mirarse a los ojos no es sencillo.



Poema Ya Que Con Más Regalo El Campo Mira de Luis De Gongora



Ya que con más regalo el campo mira
(Pues del hórrido manto se desnuda)
Purpúreo el Sol y, aunque con lengua muda,
Suave Filomena ya suspira,

Templa, noble garzón, la noble lira,
Honren tu dulce plectro y mano aguda
Lo que al son torpe de mi avena ruda
Me dicta Amor, Calíope me inspira.

Ayúdame a cantar los dos extremos
De mi pastora, y cual parleras aves
Que a saludar al Sol a otros convidan,

Yo ronco, tú sonoro, despertemos
Cuantos en nuestra orilla cisnes graves
Sus blancas plumas bañan y se anidan.



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