Poema Canto Paterno de Julio Iraheta Santos
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Poema Canto Paterno de Julio Iraheta Santos
Y llegaste. Canario de sol fuiste en mis pupilas.
La madrugada fue la rama de tu primer gorjeo,
de tu primer collar de estrellas niqueladas.
Tu oleaje de bandera desnudó ciruelas en la brisa.
Llegaste a repetir el mundo en actitud de cruz
dormida,
con los brazos abiertos, como esperando el golpe
de la razón, como esperando la saliva del siglo
echa ceniza.
¡Esperando! ¡esperando! niño de mar y aire.
Esperando con inocencia de durazno
el despertar de una ventana bombardeada.
Llegaste, niño,
sí, por fin llegaste…
La madrugada recogía cascabeles. Y la sombra,
serpiente
con manchas de leopardo, reptaba perezosa sobre
el viento
como anillo giratorio, como escafandra carcelera,
como mano golpeando con látigos de fuego la
espalda
(de la
tierra.
Era tu entrada al oxígeno hostil del tísico pulmón
de junio.
Saliste de las olas de tu madre como un pequeño
Neptuno
(oleaginoso.
Volaste como frágil pajarillo por aquel hospital de
caridad
y mis ojos cargados de insomnio y de silencio
lloraban
mientras tú cantabas sobre nubes de mantas
numeradas.
Era tu entrada por la puerta pobre,
por el camino más amargo de la tierra, por la
nómada casa
frutal de carestías, por el polen de la flor
despetalada.
Llegaste, niño, a un hogar que sólo puede
enseñarte
a amar el viento, a recoger el grito de la tarde
que palpita en el vacío.
He aquí tu árbol. He aquí que lo arranco de raíz
y lo siembro en el llanto de tus ojos.
He aquí que recojo pájaros de ardiente pluma
y los sepulto en tu piel.
Yo sé que si mi vena cae tu serás el arroyo
generoso
que la lleve al mar. Tú serás el follaje que enarbole
y bendiga con juveniles cielos el rostro de la
angustia
de mi hora postrera.
Por eso es que llegaste, hijo.
No importa que el plato esté vacío.
Tu misión de hombre es buscar como llenarlo,
para que el mundo sea un plato enorme y bueno
donde el sol de cada día llegue siempre cada día.
¡Toma mi canto y sígueme…
sígueme con presencia de alboradas!
1966