Poema Elogio De La Gracia Iluminada de César Dávila Andrade
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Poema Elogio De La Gracia Iluminada de César Dávila Andrade
Cuando vagamos en las hondas criptas,
en la imprecisa antípoda del sueño;
con purpúreo sonido de espejos encendidos
aparece ella en la impaciente libertad de la pupila.
Viene de un mundo de blancas columnatas
y paralelogramos de alabastro
labrados con los bloques de la luna.
Se yergue en el fino aire celeste
que mece las semillas,
y llega en una clara fluencia de libélula;
en una suave brisa de ruedas vegetales,
flotando en la descalza porcelana del pie.
Juventud inasible de la brisa,
ápice iluminado,
incorpórea espiga cristalina;
mínima estrella sobre una vara de agua.
Tallo de luna y vidrio florecido,
leve espuma de lirio,
yema de nácar sensitivo,
llama turgente de flores encendidas!
Líquida luz de música en movimiento,
ala huidiza, en evasión perenne.
Perfil de nube que bajo el sol asciende;
ánfora iluminada por incoloro fuego;
matinal epidermis del acuario…
En la voluble orla de su falda
reviven los diagramas del zodíaco;
y se encienden los ágiles fosfatos
que aprisiona la tierra.
Deja en su breve huella un vago impulso
de alondras refrenadas en el vuelo,
y el tenue tornasol que el pez agita
al morir en la arena.
Hombros de leve nube, perfumados;
piel de calor arcangélica.
Diadema de panojas del verano
en sus cabellos de ligero incienso
que son como el temblor reminiscente
de los más puros vinos castellanos,
en el nudo de miel de su peinado.
Diadema y danza de la luz dorada
sobre el cristal ileso de sus sienes…
Tiene la grácil inquietud de las gramíneas
heridas por el viento de Septiembre
sobre el bisel de las llanuras.
Sus dedos tintinean en un viento de plata;
y una nupcial canción de oro tenue
se alza en sus manos de certeras flechas.
La traslúcida sal de su sonrisa
inaugura en celdillas;
la claridad de los diamantes
y el ámbar de las mandarinas…
El brocado de mieses del estío
le dará una brizna de oro cristalino;
el pedernal oscuro: un grano sensitivo;
el plenilunio: una ánfora de vidrio
y el tímpano del aire, su apasionado trino!
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